El cazador y orgánico Cristóbal Martos, de 24 años, natural de Córdoba y miembro de la empresa PM Hunters, logró abatir hace unos días junto a un cliente en una finca de la provincia de Ciudad Real un gran muflón con unos retorcidos cuernos que se le clavaban ya en el cuello. Además, se trataba de «un animal viejo, de once años de edad», nos cuenta Martos.

«Le hemos hecho un favor abatiéndolo, ya que la herida que su propio cuerno le ha causado hubiese caído en una gran infección y le hubiese hecho sufrir hasta su muerte», comienza relatando el cazador a esta redacción. «Nuestro trabajo es cuidar del campo y hacer una buena gestión buscando animales de este tipo», añade el cazador.

Así dieron caza a este un muflón

Martos explica que hace dos meses puso en marcha esta orgánica y este fue uno de los primeros clientes que acudió a cazar con él: «Venía buscando algo que fuese increíble, que fuese casi perfecto», por eso fueron tras esta pieza. «Era la tercera vez que venía y habíamos visto animales con trofeos imponentes, pero este era especial», recuerda.

En la tercera de las salidas que realizaron, y sobre las 19:00 horas de la tarde, «yo tenía uno localizado de ese estilo en una zona de arroyo, pero no salía hasta que era prácticamente de noche». «Mientras que se pasaba el calor, fuimos buscando en las charcas a ver si entraban; acudimos a una de ellas, y vimos varias hembras, pero no había ningún muflón. Pero justo cuando íbamos a irnos, de un pantano salió este macho. Era el animal perfecto, porque era viejo, tenía la rosca perfecta y el defecto de que los cuernos se le clavaban en la carne», señala Martos.

Tras hacerle la entrada, se pusieron a unos ochenta metros del animal y el cazador le disparó, corriendo unos veinte metros solamente y cayendo en el lugar.  

Un trofeo medalla de bronce

El cazador «se quedó alucinando» cuando cobró la pieza porque «era justo lo que buscaba». «Al final, pensaba que iba a dar más puntuación, pero al ser tan cerrado el trofeo, se ha quedado en medalla de bronce», describe el joven orgánico.

«No venía buscando una puntuación alta, sino algo raro y con un circunferencia perfecta. Tan perfecta es, que este verano con la herida que tenía en el cuello, los gusanos se lo hubiesen comido. Era casi hacerle un favor, porque cuando lo vimos estaba delgado y en las próximas semanas tendría unas fiebres que no podría con ellas. Le faltaban incluso la mitad de los dientes y era difícil contarle los años, pero tenía unos once», concluye Martos.