Comienza la hoja en blanco de 2023, un año que, en lo cinegético, no va a ser fácil. Realmente, en esta era que nos ha tocado vivir, ninguno lo es. La caza puede tener años mejores o peores, pero ninguno resulta sencillo, y cuanto antes lo comprendamos mejor preparados estaremos para afrontarlo. Por delante tenemos 365 días en los que el sector de los cazadores va a tener que trabajar muy duro y afrontar una serie de retos en los que debemos trabajar intensamente si no queremos llegar al próximo 31 de diciembre lamentándonos. 

1. Leyes animalistas

La primera y más grave amenaza a la que tenemos que hacer frente nada más tragar la última uva de Nochevieja son las leyes animalistas con las que el Gobierno ha dado rienda suelta a la estrategia anticaza de Unidas Podemos, su socio de Gobierno. No lo decimos nosotros, fue reconocido por el diputado Juantxo López de Uralde en una entrevista a través de Twitch: su estrategia para acabar con la caza es ir minándonos poco a poco, a través de diferentes frentes, y estos son solo dos de ellos. 

Y si preocupante es la ley de bienestar animal más aún lo es la reforma del Código Penal que está en tramitación. Es siniestra y supondrá un durísimo golpe a la actividad. Tampoco lo decimos nosotros, así lo han recogido los letrados del Consejo General del Poder Judicial en un informe en el que alertan de que esta reforma es «difícilmente conciliable» con la actividad de cazar. Y lo peor es que ningún partido político parece dispuesto –o al menos capaz– de frenarla. Por tanto, este será nuestro primer objetivo en 2023, pero no el último.

Concentración de cazadores frente al MITERD para evitar la prohibición de la caza de la codorniz
Concentración de cazadores frente al MITERD para evitar la prohibición de la caza de la codorniz. © Israel Hernández

2. Europa y los ecologistas

El ecologismo sigue trabajando por acabar con nosotros desde Europa y desde los pasillos del MITECO, donde Teresa Ribera –una de las ministras más terribles que recuerda el sector– ha dado cumplida cuenta de todos sus deseos anticaza. Parques nacionales, lobo, conejo, tórtola, perdiz, codorniz, plomo… no han dejado nada atrás. La legislatura ha dado mucho de sí, pero aún queda margen para más.

Bien es cierto que estamos en año electoral y, por fortuna nos darán tregua de cara a las elecciones autonómicas y nacionales, pero hay amenazas que siguen muy latentes, como la de la codorniz. El próximo verano nos podremos ver en la misma situación que nos encontramos con la tórtola en 2022, con una Comisión Europea exigiéndonos parar la caza atendiendo a los alarmantes informes presentados por los ecologistas.

 3. Elecciones

Este es uno de los retos en los que el sector va a tener que adoptar un papel activo, no reactivo. Debemos estar a la altura. Los tiempos en los que los cazadores debían pasar de la política terminaron cuando, como en esta legislatura que por fin termina, la política pasó los cazadores. Tocan meses de duro trabajo con todos los partidos políticos.

Ahora es cuando debemos hacer valer nuestro peso electoral y arrancar compromisos electorales de calado para la caza, especialmente la derogación de las medidas anticaza aprobadas por el actual Gobierno. No basta con lograr fotos vacías de contenido y brindis al sol de esos que tanto le gustan a los políticos. Necesitamos planificar una hoja de ruta con objetivos concretos y evaluables. La Federación Andaluza de Caza nos señaló el camino en sus últimas autonómicas. Tomemos ejemplo.

Alberto Núñez Feijóo junto a los representantes de los cazadores andaluces. © Jara y Sedal
Alberto Núñez Feijóo junto a los representantes de los cazadores andaluces durante las pasadas elecciones autonómicas en la campaña #LaCazaTambienVota. © Jara y Sedal

4. Entrar en las instituciones

Este reto será consecuencia del anterior: la caza debe entrar en las instituciones, un papel activo en la estructura del estado. Siguiendo el modelo francés, ¿por qué no una Dirección General de Caza y Pesca deportivas? Ya basta de promesas vacías y brindis al sol, que suele ser lo habitual: debemos exigir un papel activo en las políticas de conservación de la naturaleza, teniendo en cuenta que somos uno de los activos más importantes con los que esta cuenta en nuestro país. El cambio de Gobierno es una ocasión que no volverá hasta dentro de cuatro años para permitirnos lograr este importante y necesario paso.

5. Recuperar el terreno perdido

Nunca debemos bajar los brazos ante los ataques del animalismo y del ecologismo que han encontrado apoyo en el actual Gobierno. La mayoría de las imposiciones y prohibiciones que hemos sufrido los cazadores en los últimos años han sido derivadas de decisiones políticas, no científicas. La caza de la tórtola debe recuperarse, el silvestrismo también, así como la caza o la gestión poblacional en los parques nacionales.

La experiencia de nuestro país y otros vecinos comunitarios nos ha demostrado que estas prohibiciones no han sido impuestas por las directivas europeas, sino por las interpretaciones realizadas por los propios estados. Europa no es el ogro que el ecologismo ha dibujado, por eso debemos luchar por recuperar el terreno perdido y por no perder el que nos quieren arrebatar, como por ejemplo con la munición de plomo.

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Un cazador junto a su perra durante una jornada de caza. © Ángel Vidal

6. Ser creativos, innovar

Por último, nuestro gran reto será superarnos a nosotros mismos. El sector debe ser creativo, tener capacidad de innovación, de presentar proyectos de diferente naturaleza que nos ayuden a llevar la iniciativa en áreas en las que nunca hemos hecho nada. Aprovechar nuestro gran número de virtudes y el poderosísimo arraigo rural que tenemos para hacernos valer y fomentar el movimiento de la ruralidad con ideas nuevas que nos permitan entrar en terrenos hasta ahora inexplorados para nosotros.