El agricultor Chema de Diego tuvo la suerte de grabar, hace unas semanas, las mágicas imágenes de dos corcinos de tan sólo unas horas de vida en las cercanías de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz. De Diego estaba trabajando en sus fincas cuando se topó con la escena e hizo lo que tenía que hacer: no tocar a las crías, acercarse poco a ellas y estar pocos segundos grabándolas, yéndose de inmediato de la zona.

«Hice lo que debía, solamente fotografías y algún vídeo y me fui de allí rápido. No soy cazador, sino agricultor, pero me gusta mucho el corzo, una especie única que por fortuna tenemos en esta zona», explica. Además, puntualiza que no tenían días, «sino probablemente horas de vida, porque ni sabían andar». Recordamos que su madre, siempre de manera discreta y desde lejos, observa a su cría constantemente para hacer que pasen desapercibidas ante depredadores como el zorro.

Tal y como recordaba la Asociación del Corzo Español (ACE) hace unos días en un comunicado del que se hizo eco este medio, incluso entre la población rural de las zonas de reciente colonización, donde se desconocen las particularidades de su biología, ocurre que pastores y agricultores recogen estos corcinos para confiar su amamantamiento a una oveja o una cabra, con lo que el pobre animal acaba su vida en dos o tres días presa de unas terribles diarreas.

No, no debemos tocar a los corcinos. Debemos dejarlos donde están porque no se encuentran abandonados. Su madre llegará tarde o temprano para alimentarlos y no se deben coger, ya que pueden impregnarse de nuestro olor y su madre puede abandonarlos. Tampoco hay que permanecer en la zona mucho tiempo, ya que de nuestro olor podría atraer después a depredadores oportunistas.

YouTube video