El siluro, un depredador cuyo principal problema es el volumen que tiene y la gran cantidad de comida y de otros peces que necesita para sobrevivir, se expande por otras cuencas de nuestro país además de la del Ebro. Esta es una realidad que, en detrimento de otras especies como la carpa, el barbo, la trucha, la boga o incluso otros depredadores como el black bass o el lucio, están asumiendo con resignación paulatinamente los pescadores españoles.

El vídeo que mostramos a continuación, facilitado a este medio por el pescador Javier Sánchez Exojo y grabado en el embalse de Iznájar (Córdoba), da fe de la capacidad de reproducción de esta especie en una cuenca como la del Guadalquivir. En las imágenes aparecen decenas de siluros de enormes dimensiones grabados por la noche en una de las entradas al pantano. La persona que toma las imágenes prácticamente puede tocar a los peces.

«Son las 21:30 horas de la noche. Voy a proceder a encender la linterna. Si escucháis, se oyen ataques y se pueden ver las enormes piezas. Esto es lo que tenemos en el pantano. Los puedo tocar con la mano…», dice con resignación el pescador en la grabación antes de que le acerque un palo a uno de ellos y le lance un brutal ataque que, si hubiese sido otro pez, un ave del lugar o un pequeño o mediano mamífero, hubiese acabado dentro de su boca.

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Más sobre la expansión del siluro por el Guadalquivir y su posible llegada a Doñana

Esta misma semana, diarios provinciales como Diario de Huelva informaban de que ya se habían avistado ejemplares de este depredador en las cercanías de los embalses de Aracena y Zufre, algo confirmado por el Grupo de trabajo en materia de Agua del Consejo de Participación del Espacio Natural Doñana en una reunión que tuvo lugar la semana pasada.

Tras ello, representantes de las entidades integrantes del grupo de trabajo, incluida la estación Biológica de Doñana, decidieron elevar al Pleno del Consejo de Doñana la petición de que la Administración ambiental desarrolle de forma inmediata medidas de erradicación y control de la especie.

En el caso del siluro europeo (Silurus glanis), «hablamos de un depredador nato», un pez colosal que, para desarrollar sus «2,5 metros de largo y hasta 130 kilos de peso», requiere «una ingesta tremenda de biomasa cada día», explicaba hace unos días el catedrático de Zoología de la Universidad de Córdoba, Carlos Fernández Delgado, en una publicación de la que este medio se hizo eco hace unas semanas.

La detección del siluro «en una zona con la importancia biológica del bajo Guadalquivir», supone «estar a las puertas de una tragedia ambiental», ya que la desembocadura este río «constituye la zona de cría y engorde de muchas especies», sobre todo de «especies comerciales». Según Fernández, la desembocadura «del Guadalquivir produce el 90 % de los boquerones, sardinas, lubinas, corvinas y lenguados -entre otras especies- que después se pescan en el Golfo de Cádiz».

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