Se acerca el mes de abril y, con ello, la época del año en la que la oruga procesionaria de los pinos comienzan a bajar de sus copas. El buen tiempo que estamos viviendo durante estas últimas semanas, de hecho, puede hacer que esto se adelante y es por ello que debemos tener toda la información posible sobre ellas.

Hace unos años era habitual verlas aparecer entre los meses de abril y mayo. Sin embargo, la escasez de lluvias y las buenas temperaturas han provocado que en algunas zonas, incluso, hayan empezado a abandonar los pinos en pleno mes de enero.

Con la irrupción de la primavera nos encontramos ante una época aún más marcada por estas orugas procesionarias y, por lo tanto, vamos a comenzar a encontrarnos con hileras de ellas.

El peligro de las procesionarias

Lo más importante que debemos saber es que estas entrañan un riesgo para la salud, sobre todo para niños y perros. Es capaz de causar dermatitis, lesiones oculares, urticarias y reacciones alérgicas como principales efectos de un contacto mínimo con estas orugas.

Se debe a la liberación de histamina y lo cierto es que ni siquiera hace falta ese contacto directo, sino que, cuando la procesionaria se siente amenazada, lanza sus pelos al aire y puede provocar esas consecuencias.

Tan solo un ejemplar tiene unos 500.000 dardos envenenados en forma de vellosidades que se conocen como tricomas. Es por todo esto que resulta imprescindible que sepamos cómo capturar las procesionarias sin sufrir sus efectos.

El truco para capturar las orugas de los pinos

La Clínica Veterinaria Utebo, en la provincia de Zaragoza, ha hecho llegar a sus seguidores el truco definitivo para evitar que estas orugas bajen al suelo y, por lo tanto, sean un peligro para algunos miembros de nuestras familias.


Procesionaria del pino: Qué hacer si tu perro de caza toca a las orugas


El método, según explican en el vídeo que vamos a ver a continuación, consiste en colocar un precinto a media altura del tronco del pico, de modo que lo rodee por completo. Debajo de él, además, se pone un tubo abierto que las lleva directas al interior de una botella.

«Al no tener salida, van dando vueltas por todo el árbol hasta que encuentran la única salida que es este tubo. Aquí hay una botella con tierra y van entrando y cayendo», han detallado.