Zamora ha llorado la muerte de Alfredo García Álvarez, a sus 65 años de edad. Era un cazador de raza de la provincia, ampliamente conocido y querido por sus vecinos. Asimismo, el apodado como Alfredo ‘Hunters Duero’ era uno de los grandes emblemas de la caza en la zona.

Su entierro tuvo lugar el pasado domingo, 17 de marzo, en la iglesia de San Martín de Peñausende, municipio zamorano. Alfredo, respetado por el mundo cinegético y organizador de monterías, falleció el sábado 15 de marzo, después de atravesar una larga enfermedad.

«Nuestro capitán de montería ha decidido dejarnos. Seguro que va a preparar fincas y manchas buenas para cuando vayamos, tener todo listo, como a él le gusta», le despidieron desde su grupo de Hunters Duero.

En enero homenajearon al cazador

El icónico cazador recibió un sentido homenaje, durante el pasado mes de enero, celebrado en la dehesa de Soguino, en el mismo término municipal de Peñausende. En él se celebraron los 30 años de colaboración entre el equipo de cazadores ‘Hunters’, del que Alfredo García era el director, y las fincas de caza de Miguel Ángel Colino.

Dicha localidad zamorana vivió, entonces, un emotivo acto cargado de sentimientos y en el que se hizo repaso a los momentos más emocionantes ocurridos en decenas de cacerías en las diferentes fincas que ambos recorrieron juntos.

Los animalistas celebraron su muerte

No es la primera vez que el odio desmedido que sienten ciertas partes de la sociedad hacia todo lo que guarda relación con el mundo de la cinegética nos deja este tipo de escenas, carentes de valor ético.


La emotiva carta de un joven cazador a su tío fallecido tras accidentarse con un rifle


El escenario han sido las redes sociales y, en especial, el perfil de Facebook de la Plataforma para la Abolición de la Caza. Este se hacía eco, con una publicación en su muro, de la noticia que lamentaba la muerte del cazador zamorano. Ellos, no obstante, han escrito: «No vamos a llorar…».

Los comentarios que los seguidores de esta plataforma han dejado al respecto son aquellos que nunca nos gustaría leer en ningún contexto y de ningún grupo social. Muchos de ellos se alegraron de su muerte con frases como «la pena es si dejó descendencia», «ese ya no mata más», «al infierno» u «otro menos».

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