Permanecen ocultos en los montes y saben muy bien cómo hacerlo. Los furtivos buscan los grandes ciervos que, en época de berrea se dejan ver con facilidad. Usan para ello alta tecnología y su conocimiento del terreno para burlar la ley… pero les siguen los pasos de cerca. El Seprona intensifica, en esta época de berrea, sus patrullas para identificar a estos infractores de la ley.

Hace unos años, CMM emitió un pormenorizado reportaje sobre la acción de estos individuos en época de berrea. En él, había varios protagonistas, uno de ellos era Rubén Cerros, propietario de cotos de caza, que explicaba que «suelen actuar de noche y conocen a la perfección la finca en la que van a furtivear porque son amigos de antiguos guardas o de los dueños y conocen perfectamente todos los caminos y dónde están los animales más grandes».

Javier Arévalo, cabo primero y jefe de Seprona en Puertollano (Ciudad Real), detallaba por su parte que «el furtivo siempre va a ir por delante y siempre va a llevar mejores medios como visores nocturnos. Utiliza las horas del cambio de guardia para actuar y en berrea utiliza la época de la siesta del guarda porque saben que estos hombres deben salir por la noche y tienen que descansar», exponía Arévalo.

«Son grupos coordinados y grandes conocedores de la orografía de la zona»

Luis Fernando Villanueva, presidente de APROCA Ciudad Real aseguraba en este reportaje que «van con GPS incluso, son grupos muy coordinados y grandes conocedores de la orografía de la zona». Javier Arévalo, por su parte, puntualizaba que «el furtivo lo da la tierra. En los pueblos de la sierra lo han sido sus abuelos, sus padres y serán los jóvenes que nacen allí. Son personas de un entorno muy cercano, por lo que se conocen querencias, caminos, vallas, los puntos más conflictivos… incluso van andando desde sus propias casas, porque tienen todo el tiempo del mundo».  

La prevención, clave: «los furtivos nos tienen que ver a diario en las fincas»

José Rodríguez, otro miembro del Seprona de Puertollano, explicaba en el reportaje que «la prevención es muy importante; hay que hacer visitas constantes a las fincas y hacer apostaderos para que nos vean por allí». El furtivo sabe que no puede ir con el arma y con la presa a la vez: «es muy difícil pillarlos, porque suelen ir de tal forma que, cuando abaten a la res, vuelven al coche, sueltan el arma y, al cabo de una hora, vuelven a por el trofeo».

El furtivo rompe la vida de los ciervos y otros animales y arruina el trabajo de los propietarios de las fincas generando pérdidas después de años de cuidados. Asimismo, José Rodríguez aclara que «hay un perfil de furtivo que lo que busca es la carne del animal y otra el trofeo con la venta posterior».

Por último, el miembro del Seprona narra una anécdota vivida en primera persona: «Íbamos patrullando y un individuo metió el rifle y se subió a nuestro coche tras saltar una valla. Se creía que era el coche de su padre que venía a buscarlo tras abatir al animal…», dice entre risas.

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