El pescador ha contado a Jaraysedal.es que tanto él como su compañero iban en busca de otro tipo de capturas, por lo que no esperaba encontrar semejante ejemplar.
9/4/2018 | Redacción JyS

El pescador posa junto a su espectacular captura. / Pedro Jesús Domínguez

El pasado 1 de abril, Pedro Jesús Domínguez, de 29 años y natural de Barbate (Cádiz) se levantó a las cinco de la mañana. Había quedado con su compañero Enrique para disfrutar de una jornada de pesca. Cuando llegaron a la playa de Bolonia ya los esperaban otros dos amigos.
La idea que llevaban los pescadores era desarrollar una jornada tras las barracudas mediante la modalidad de spinning desde costa. Según cuenta Domínguez a Jaraysedal.es, esta es la modalidad con la que más ha disfrutado. Mediante esta forma de pescar, Domínguez explica que ha logrado capturar «especies tan diversas como lubinas, bailas, doradas, chovas, barracudas y algún que otro pargo, lo cual no es muy usual en esta modalidad».
El pescador, que narra a esta revista cómo se escapaba de pequeño para pescar en el río Barbate, optó aquel día por un equipo compuesto por una caña de spinning de 3 metros, en concreto una Seavara Paixon XH, con un carrete Shimano Stella 5000 sw, línea powerpro de 0.19 mm y un bajo de fluorocarbono de 0.50 mm.
Para empezar la pesca Domínguez montó un minnow de color rosa y su compañero optó por uno de color amarillo. De esta manera probarían cuál funcionaba mejor con las capturas aquel día. Sin embargo, los peces no entraban y ambos aficionados buscaron un saliente de rocas, sin éxito tampoco. Finalmente volvieron al mismo lugar donde habían empezado.
Al ver que avanzaba el día y los peces no picaban, Domínguez cambió el señuelo que llevaba en su línea. El joven probó entonces con un vinilo con cabeza plomada de 60 gramos. En el primer lance no ocurrió nada. Sin embargo, al segundo lanzamiento la caña se dobló fuertemente, por lo que el pescador presagiaba ya una gran lucha ante un pez de gran porte.
Tal y como recuerda Domínguez, su caña «empezó a soltar hilo como nunca lo había hecho, hasta que el pez se paró y me metió dos fuertes cabezazos». En ese momento ya pensaba que se podía tratar de una corvina por la forma de moverse el animal, nos cuenta.
Finalmente, y tras una hora y media de batalla, Domínguez pudo llevar hasta la orilla aquel pez. Se trataba efectivamente de un gran ejemplar de corvina. Ambos pescadores pensaron que pesaría alrededor de 30 kilos, pero las sorpresas en aquella jornada no pararon hasta el final. Cuando pudieron subirlo a la báscula, la corvina arrojó un peso de nada más y nada menos que de 43,1 kilos. Una captura espectacular que seguramente no olvidarán nunca.