Prácticamente todo el mundo ha sufrido las consecuencias de las picaduras de las hembras de mosquito (los machos no pican), que no solo son molestas, sino que además pueden ser la causa de la transmisión de agentes infecciosos. Varias enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria, se cobran cada año la vida de millones de personas en el mundo. Otras, como la fiebre del Nilo Occidental, también han empezado a cobrarse vidas humanas en Europa y América del Norte desde principios de siglo.

El cambio climático conlleva un aumento de las temperaturas que favorece que especies de mosquitos tropicales colonicen zonas templadas del planeta. Un claro ejemplo lo encontramos en las costas mediterráneas españolas, donde el mosquito tigre (Aedes albopictus) se ha expandido desde que llegó a Barcelona en 2004 desde Asia, habiendo colonizado ya numerosas zonas del interior peninsular. Pero en Europa hay más de 2.500 especies de mosquitos, y prácticamente todas ellas se ven afectadas por el cambio climático, aunque de formas diversas.

La sangre permite a las hembras de los mosquitos reproducirse y, con ello, se convierten en vehículos transmisores de enfermedades graves para los animales y las personas (Fotos: www.freepik.es).

El mosquito común (Culex pipiens), vector principal del virus del Nilo Occidental, encuentra hoy en día temperaturas más agradables en las que vivir en el centro de España que las que encontraba hace unas décadas, acarreando en paralelo la expansión de este virus. Sin embargo, lo esperable con el aumento de las temperaturas sería que las especies de mosquitos adaptadas a ambientes fríos se retirasen hacia latitudes más al norte, incluso que colonizasen zonas frías.

Esto le ha ocurrido a otra especie invasora, Aedes japonicus, que, llegada desde zonas templadas del este asiático, se ha adaptado muy bien en la Europa continental y ha colonizado recientemente la costa del Cantábrico. Sin embargo, existen muy escasas evidencias científicas de que una especie adaptada a ambientes fríos sea capaz de colonizar zonas cálidas, especialmente aquellas que cada año lo son más.

El mosquito de la nieve (Aedes refiki) es una especie de mosquito del Paleártico que encontramos en toda Europa desde la península ibérica a Turquía y desde Italia a Suecia, pero que generalmente vive en zonas frías en las que cae nieve en abundancia. Esta especie aprovecha el agua del deshielo primaveral para completar su ciclo de vida en los encharcamientos de aguas cristalinas. Es una especie rara, incluso en zonas frías, y cabría esperar que con el calentamiento global fuese cada vez más rara. Sin embargo, los seres vivos tenemos una gran capacidad de adaptación al medio y estos alados chupasangres no iban a ser menos.

Un estudio realizado por el Equipo de Investigación en Ecología de los Patógenos Vectoriales (EPaVec) del Grupo de Investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), junto con el Grupo de Virología Clínica y Zoonosis del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC), ha demostrado la presencia del mosquito de la nieve (Aedes refiki) en el Parque Forestal de La Atalaya, en Ciudad Real capital.

A la izquierda, mapa de distribución histórica del mosquito de la nieve (Aedes refiki) en España, indicando zona y año de los registros. En rojo la localización del registo en Ciudad Real. A la derecha, hembra de Aedes refiki capturada en el Parque Forestal de La Atalaya, Ciudad Real, bajo microscopio estereoscópico (Foto: Laia Casades).

El hallazgo fue realizado en mayo de 2021 y, contrariamente a lo esperado, sugiere que el mosquito de la nieve puede estar adaptándose a ambientes cálidos. La nieve es escasa en Ciudad Real y rara vez (cada 5 a 15 años) persiste más de un día cubriendo el suelo. Ni siquiera la borrasca Filomena, que azotó Castilla-La Mancha en enero de 2021, trajo suficiente nieve al entorno de Ciudad Real como para dejar encharcamientos duraderos de aguas cristalinas para la especie.

Imágenes del hábitat del Parque Forestal de La Atalaya (Ciudad Real) en que fueron capturados los ejemplares de Aedes refiki (Fotos: Laia Casades).

Este hallazgo demuestra que las especies de mosquitos, incluso aquellas adaptadas a climas fríos, son capaces de adaptarse a condiciones cambiantes para sobrevivir. Los estudios enfocados en esta especie son escasos y desconocemos si, como sus parientes invasores Ae. albopictus, Ae. japonicus Ae. koreicus, también ésta es capaz de transmitir enfermedades como el dengue, el Zika, el Chikungunya o la fiebre amarilla, que cada día tenemos más cerca. Además, el mosquito de la nieve es una especie muy agresiva, que se alimenta sobre mamíferos, incluyendo el ser humano, por lo que su distribución debería ser estudiada con más detalle, especialmente en ambientes urbanos y periurbanos.

Los autores recomiendan ser precavidos y tomar medidas preventivas frente a la picadura de mosquitos, tales como evitar, en la medida de lo posible, la exposición en las horas de mayor actividad de mosquitos (amanecer y atardecer); utilizar prendas que cubran toda la superficie corporal, aplicar repelentes tópicos y utilizar barreras como mosquiteras para evitar su entrada en los hogares, sobre todo aquellos en el entorno del Parque Forestal de La Atalaya, en Ciudad Real.

Puedes consultar la publicación científica de este trabajo de investigación en:

* Nota: Los autores puntualizan que los errores taxonómicos presentes en la publicación científica son responsabilidad de la editorial.

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