Cataluña ha intensificado de forma notable el control de conejos silvestres en varias comarcas de Lleida. Solo entre enero y marzo de este año se han abatido 26.694 ejemplares, una cifra seis veces superior a la registrada en el trimestre anterior. La medida forma parte de la estrategia del Govern para intentar contener los graves daños agrícolas provocados por esta especie, declarada en emergencia cinegética en seis comarcas.

Una plaga que arrasa los cultivos

La actuación se ha concentrado en las comarcas de Urgell, Pla d’Urgell, Segrià, Segarra, Noguera y Garrigues, donde personal de Forestal Catalana y agentes rurales, junto a cazadores, han llevado a cabo intensas jornadas de captura. Una pequeña muestra de los conejos abatidos ha sido remitida a la Universitat de Lleida con fines de investigación.

Durante este primer trimestre del año se han registrado 2.067 parcelas agrícolas dañadas, frente a las 418 del último trimestre de 2024. La mayor parte de las afectaciones se han producido en cultivos de cereal, con 1.295 parcelas afectadas, seguidos de la fruta dulce, el olivar y los frutos secos.

Jaume Feixa, director de los servicios territoriales, señala que el aumento de daños se debe en parte a la estacionalidad de los cultivos, pero también a que se insiste en la importancia de presentar partes de daños para activar medidas extraordinarias. Aun así, Feixa reconoce que las lluvias han ayudado: la disponibilidad de alimento ha reducido ligeramente la presión de los conejos sobre los cereales.

Agricultores desbordados por los daños

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Un conejo en una foto de archivo. © Shutterstock

Joan Piera, agricultor de Preixana, asegura en declaraciones a La Vanguardia que este año ha tenido que sembrar hasta tres veces la misma finca debido a los conejos. Ha presentado informes, ha acompañado a técnicos en jornadas de control y ha recibido la ayuda de cazadores y agentes rurales, pero afirma que no hay manera de frenar los daños.

Osvald Esteve, productor de fruta en Torres de Segre y miembro de JARC, todavía no ha presentado parte, aunque ya ha sufrido importantes destrozos. Cuenta al citado medio que durante el invierno, ante la falta de agua, los conejos rompieron las mangueras de riego para beber. Después de las lluvias, han comenzado a pelar la madera de los frutales jóvenes, provocando daños irreversibles.

«Hace cinco años se me murieron unos 400 albaricoqueros de una plantación joven y el año pasado tuve que cambiar más de 6.000 metros de manguera», recuerda.

Seguimiento científico con collares

Ante la gravedad de la situación, el conseller de Agricultura, Òscar Ordeig, reconoció en enero que era necesario abordar el problema con urgencia. Durante una jornada con investigadores del CSIC, se acordó colocar collares radiotransmisores a 200 conejos para estudiar su supervivencia ante distintos métodos de control. El objetivo es afinar las estrategias para frenar una plaga que asfixia al campo catalán.

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