El 1 de abril de 1933 en partido nazi comenzó a pintar estrellas de David en los escaparates y en las fachadas de los negocios regentados por judíos. Apenas habían pasado dos meses desde que Adolf Hitler llegara al poder cuando grupos de las SA se colocaron frente a este tipo de establecimientos pidiendo el boicot a sus negocios. Con esta marca visible, pretendían señalar a aquellas víctimas de su ideología que odiaban hasta límites que nadie nunca imaginó. Ese fue el primero de los muchos y horribles actos que los nazis llevaron a cabo contra el pueblo judío hasta llegar a la «solución final» del holocausto.

Resulta difícil no encontrar paralelismos entre aquel nefasto capítulo de la Historia y lo que pretende imponer el Gobierno de España a través de su proyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar de los Animales. Una cuestión, por cierto, en la que la Alemania nazi también fue pionera. Este texto, redactado desde la ideología animalista más recalcitrante, no ha contado ni con la participación de la comunidad científica, ni con expertos en la materia, ni con los principales sectores actores afectados. De hecho, Sergio García Torres, el director general de Derechos de los Animales que la ha impulsado, ha evitado el debate público sobre su ley con expertos en la materia. Por el contrario, en su redacción ha participado activamente el lobby animalista, el cual está recibiendo ya millonarias subvenciones de dinero público del Gobierno y establecerá importantes chiringuitos, tal y como ha denunciado la Real Federación Española de Caza y personalidades como Frank Cuesta.

Los negocios no animalistas serán marcados públicamente

El texto es un compendio de despropósitos ideológicos en el que nos podemos encontrar artículos como el 29, que en su punto 2 establece lo siguiente: «Los establecimientos públicos y privados, alojamientos hoteleros, restaurantes, bares y en general cualesquiera otros en los que se consuman bebidas y comidas, podrán facilitar la entrada de animales de compañía que no constituyan un riesgo para las personas, otros animales y las cosas, a zonas no destinadas a la elaboración, almacenamiento o manipulación de alimentos, sin perjuicio de lo dispuesto en la normativa sobre salud pública, o de las ordenanzas municipales o normativa específica. En caso de no admitir la entrada y estancia del animal deberán mostrar un distintivo que lo indique, visible desde el exterior del establecimiento».

Multas de entre 500 y 10.000 euros para quienes incumplan este punto de la ley

¿Y cuánto costará a un negocio negarse a indicar que no admite mascotas? Según se detalla en el artículo 81, en el que expone que «se considerarán infracciones leves las conductas que, por acción u omisión, conlleven la inobservancia de las prohibiciones y obligaciones establecidas en esta Ley, siempre que no estén tipificadas como graves o muy graves», que no es el caso. En concreto, las infracciones leves están multadas de 500 a 10.000 euros, según el Anteproyecto.

Esta es solo una más de las absurdas sanciones que impondrá la ley animalista, cuyo régimen sancionador también castigará a quien ejerza la mendicidad con perros, a quien tenga una perra que se quede preñada sin permiso o a aquellos que tengan a su perro o a su gato en el patio. Además, propone cuestiones tan irrealizables y peregrinas como obligar a tener asistencia veterinaria las 24 horas del día a pueblos en los que ni siquiera hay médico, como ya hemos denunciado anteriormente en Jara y Sedal.

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