Sin duda, si hay una serie que va a ser comentada este viernes en las miles de cenas de Nochebuena que se celebrarán en nuestro país será la de ‘El Juego del Calamar’, todo un fenómeno desde el pasado mes de septiembre en Netflix, la plataforma en la que fue publicada. También en los cientos de pueblos de nuestro país que dependen de la aceituna, un fruto que cada año lucha por precios justos y que ahora, bajo la dirección del monologuista Rafa Frías y la ayuda de la familia Cabrera, ha creado su propia versión de la citada serie: ‘El Juego del Olivar’.

El vídeo, publicado en YouTube, comienza con la misma sintonía con la que la célebre serie de Netflix arranca, explicando de qué se trata el célebre juego. «¿Y este quién es? ¿El intermediario?», pregunta un olivarero. «Aceituneros, comienza el Juego del Olivar», dice el soldado. «El juego dice… el juego que tenéis montado a nuestra costa. ¿Qué pasa, que este año al que más aceituna recoja le vais a regalar un apartamento en Torrevieja?», le contesta el olivarero.

«Tal y como está el precio del combustible mejor ni arrancar el tractor»

«Este año hay nuevas reglas. Tenéis que proporcionarnos el doble de kilos que el año pasado cobrando incluso menos, porque la cosa está muy mala», le contesta el soldado. «Ah, amigo. Que el juego es para que tú y los tuyos os divirtáis a nuestra costa. Mira, no me hables de que la costa está mala, no me hables… no contéis con nosotros», le dice el agricultor, que sostiene una vara de coger aceituna entre sus manos. «No tenéis elección. Si no aceptáis las nuevas condiciones, recibiréis un tiro».

«Un tiro, dice. Vamos a ver, caracolador, que tienes tú la cara como un botón de la Play Station. Mira, trabajamos de sol a sol con un frío que pela, hemos tenido que venir andando porque tal y como está el precio del combustible mejor ni arrancar el tractor, nos pagáis un precio por kilo que no llega a cubrir ni nuestros costes, hemos tenido que volver a nuestras herramientas tradicionales porque tal y como está el precio de la luz mejor ni cargar las baterías de la máquina vibradora. Con todos los tiros que llevamos pegados, ¿crees que nos va a asustar un tirito más? Ven para acá, que te voy a varear la careta a ver si se te cae al suelo la tontería que tienes encima. Y tú estate quieto ya con la flautita que me estás poniendo de los nervios», le dice a un compañero.

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