La aprobación en 2023 de la Ley 7/2023, de protección de los derechos y el bienestar de los animales, fue celebrada con entusiasmo por las principales organizaciones ecologistas del país. Sin embargo, apenas dos años después, algunas de las voces que entonces guardaron silencio sobre las advertencias de más de 800 científicos comienzan ahora a denunciar sus consecuencias. El caso más evidente es el del Parque del Alamillo, en Sevilla, donde el Grupo Ornitológico del Sur (GOSUR) ha dado la voz de alarma ante el avance imparable de los gatos asilvestrados, cuya proliferación ha desencadenado una pérdida masiva de biodiversidad.
Desde su fundación en 1979, GOSUR ha estado vinculado al seguimiento y conservación de las aves en Andalucía, y durante décadas su trabajo ha sido clave en la recogida de datos científicos en este parque sevillano. Pero en mayo de 2025, los expertos ya no pueden seguir adelante con sus actividades: el anillamiento científico ha sido suspendido por la depredación masiva de aves, documentada en varias ocasiones. Lo que antes fue un pulmón verde lleno de vida se ha convertido en un espacio hostil, devastado por colonias felinas que ahora cuentan con respaldo legal.
GOSUR se fundó en Sevilla con anilladores independientes de la Sociedad Española de Ornitología (SEO BirdLife), la misma entidad que ahora ha enviado incluso una carta a diversas administraciones públicas de Andalucía «para que se adopten medidas urgentes frente al impacto que los gatos asilvestrados están provocando en el Parque del Alamillo», tal y como relatan en su página web.

Una ley celebrada y silenciada
La Ley de Bienestar Animal, impulsada desde los postulados más radicales del animalismo, fue objeto de fuertes críticas por parte de la comunidad científica, especialmente por su obligación de proteger a los gatos callejeros mediante recursos públicos. Entre sus artículos más polémicos se encuentra la imposición a las Administraciones de mantener colonias felinas con puntos de comida, una medida que atrae ratas, jabalíes y otros animales al entorno urbano.
Paradójicamente, entidades que se presentan como defensoras del medio ambiente, como SEO/Birdlife, evitaron pronunciarse sobre este aspecto el mismo día de la votación parlamentaria. Mientras el Congreso daba luz verde a la norma el 9 de febrero de 2023, SEO compartía un mensaje en redes sociales pidiendo la paralización de un rodaje en la naturaleza, sin mencionar ni una palabra sobre la ley que acabaría amenazando las especies que dicen proteger.

Depredación masiva en el Alamillo
Desde 2023, se ha documentado un aumento notable de gatos asilvestrados en Sevilla, especialmente en espacios como el Parque del Alamillo. GOSUR asegura que estos animales han causado la desaparición local de especies que nidifican en el suelo, como la perdiz roja o el chotacabras cuellirrojo, pero también han afectado a aves como el martín pescador, el abejaruco europeo o la tarabilla europea. Durante una jornada de anillamiento en noviembre de 2023 se detectaron por primera vez evidencias directas de depredación, lo que motivó la suspensión indefinida de las actividades científicas.
La situación no solo afecta a las aves. Las recientes iniciativas de conservación, como las reintroducciones de especies en peligro como el porrón pardo o la focha moruna, han sido prácticamente anuladas por la presencia de gatos callejeros. Según el grupo, esta convivencia es «totalmente incompatible» y requiere medidas urgentes si se quiere preservar el ecosistema.
Una catástrofe anunciada

GOSUR califica esta situación como una «silenciosa catástrofe ambiental» y lamenta que, tras año y medio de alertas, las administraciones sigan sin actuar. Para los ornitólogos, el parque se ha transformado en un escenario de depredación continua en el que «miles de aves y otros animales han sido devorados por gatos». Además del daño a la biodiversidad, la pérdida de datos científicos supone un golpe irreparable para el conocimiento acumulado durante décadas.
Numerosos estudios han advertido que los gatos son una de las especies más perjudiciales para la fauna local. De hecho, son la segunda causa de mortalidad de la cerceta pardilla y responsables de brotes como el de leucemia felina que casi extinguió a los linces de Doñana en 2007. A pesar de ello, la ley animalista ha blindado su presencia en entornos naturales, legalizando incluso su alimentación.
El conflicto entre el animalismo ideológico y el ecologismo científico ha quedado al descubierto. Mientras que los primeros exigen derechos individuales para animales domésticos asilvestrados, los segundos denuncian el impacto devastador que estos provocan sobre la fauna salvaje. La gestión del Parque del Alamillo es hoy el reflejo más evidente de ese choque de realidades, donde las buenas intenciones normativas han derivado en un drama ecológico evitable.