Un agente del SEPRONA de 51 años de edad de la comarca leonesa de El Bierzo falleció el pasado 19 de junio tras haber sido infectado por la fiebre hemorrágica Crimea-Congo (FHCC) en el Bierzo. Aunque en un primer momento su fallecimiento se relacionó con el uso de azufre para sulfatar su huerta, un mes después, el pasado 20 de julio, el fallecido fue diagnosticado «retrospectivamente» como afectado por la fiebre que transmiten las garrapatas del género Hyalomma y que también se puede contagiar de persona a persona a través del contacto con la sangre o las secreciones, según expone al citado medio el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

Según el Ministerio de Sanidad, el agente del SEPRONA falleció en junio «por causas desconocidas con sospecha de intoxicación compuesta por azufre». La familia solicitó que se le efectuara la autopsia al fallecido y por eso se ha podido saber que había contraído la enfermedad aunque no hubiera notificado ninguna picadura, confirma su entorno a Diario de León.

Por otro lado, un cazador de 49 años que comenzó a notar síntomas el pasado 12 de julio tras la picadura de una garrapata también está afectado. Permanece «en situación estable» y «evoluciona favorablemente».

Más sobre el caso del agente del SEPRONA fallecido

Según detalla Diario de León, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses envió el pasado 20 de julio al Centro Nacional de Microbiología las muestras de sangre del agente medioambiental que había fallecido un mes antes en el Hospital El Bierzo «con diagnóstico probable de intoxicación por sulfato cuprocálcico 20 por ciento, shock hemorrágico y coagulopatía», explica el Ministerio de Sanidad. 

La PCR dio positiva por fiebre Crimea-Congo y Sanidad informa de que no había antecedentes por picadura de garrapata, «pero había estado sulfatando la huerta y a las 24 horas inició síntomas». 

Una enfermedad emergente en Europa Occidental

La denominada fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una antropozoonosis derivada del virus nairovirus y está considerada como una enfermedad emergente en Europa Occidental, normalmente transmitida por la picadura de garrapata, pero, una vez infectada una persona, puede propagarse por contacto con la sangre, secreciones u otros líquidos corporales. En 2018 ya mató a un cazador.

El nombre de esta enfermedad proviene de que los primeros casos en humanos fueron reportados por investigadores rusos en la década de los 40 y el virus fue aislado por primera vez en el Congo varios años después, en 1956.