Hace unos días, una patrulla de agentes de la Policía Foral, adscrita a la comisaría de Elizondo, se encontraba realizando un control de alcohol y drogas en Ventas de ArraitzNavarra cuando dio el alto a un vehículo todoterreno con tres ocupantes ocupantes en su interior. Durante la intervención, se percataron de que del vehículo salía un reguero de sangre que procedía de la caja de carga. Asimismo, tenía manchas de barro reciente en las ruedas y los bajos. El conductor, además, tenía sangre seca en las manos y pelos de corzo en el jersey. Tras hacerles varias preguntas, los individuos aseguraron a los policías que en el coche solo llevaban un rifle porque excusaron asegurando que «venían de la armería». Lo que no pudieron justificar fue la presencia de un silenciador y la de dos corzos recién abatidos en el maletero del coche.

Esta es solo una de las muchísimas excusas que los furtivos han usado tras ser sorprendidos por la autoridad abatiendo especies ilegalmente –o con ellas ya en sus vehículos– para evitar lo inevitable: ser denunciados. La hemeroteca nos ha dejado otros ejemplos parecidos. Y no hace falta remontarse mucho en el tiempo para encontrarlos. Hace también unos días, dos individuos de 69 años y residentes en Bizkaia fueron pillados in fraganti por agentes de la Guardia Civil cuando se encontraban furtiveando con un rifle provisto de silenciador y visor térmico en una pista forestal del término municipal de San Vicente de la Sonsierra (La Rioja). Cuando fue interceptado, el conductor, muy nervioso, manifestó a los agentes que su perro se había perdido y que lo estaba buscando. Entonces, los agentes localizaron a otro individuo recostado en los asientos traseros, tapado con una manta y con un rifle del calibre .270 Winchester, con munición, silenciador y listo para disparar.

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El arma intervenida por la Guardia Civil. © Guardia Civil

El furtivo que se hacía pasar por su hermano gemelo para cazar perdices con su documentación

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© Guardia Civil

Otro de los casos más sorprendentes ocurrió también hace unos días en un coto de la provincia de Granada, donde la Guardia Civil pilló a un hombre abatiendo perdices sin licencia de armas y este aseguró ser otra persona para librarse de las sanciones. Concretamente que se hizo pasar por su gemelo. El individuo, de 55 años y sin antecedentes policiales, está investigado por la Benemérita como presunto autor de un delito de tenencia ilícita de armas y de un delito relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos, puesto que carecía de licencia de caza y de permiso de armas.

Con rifle, foco y un reclamo por la noche: «Estaba a los conejos»

Una llamada a la Guardia Civil de Zaragoza avisó en el mes de mayo de 2020 de que el vigilante de seguridad del parque eólico de Fuendejalón requería la presencia de una patrulla. Una vez desplazados al lugar agentes de Borja les explicó que había interceptado un vehículo ocupado por tres personas, después de haber oído detonaciones de armas de fuego y focos luminosos.

Tras localizarlo, tres personas fueron denunciadas por furtivismo y por incumplir las restricciones del estado de alarma. En su vehículo encontraron un rifle con mira telescópica y bípode, un trípode , focos de iluminación, un reclamo electrónico y una caja con 50 balas. Para más inri, dijeron que «estaban a los conejos para luchar contra la plaga»… aunque no presentaron autorización para esa actividad.

Pero el premio al colmo de la desfachatez se lo lleva un furtivo que fue sorprendido en un paraje natural de la Reserva de Gredos «portando un rifle, diez cartuchos metálicos y un visor» telescópico, pero sin autorización de caza. El individuo alegó a los agentes que estaba «haciendo senderismo», puesto que no se llevaba ningún animal muerto. Su excusa no convenció ni a la benemérita ni al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el cual ratificó una resolución de la Guardia Civil que acordaba retirarle la licencia de armas. «No se explica el porte del arma y demás elementos hallados, en un paseo para hacer senderismo si no es con la única intención de cazar, cuando la pieza esté a tiro», concluyó el TSJA.