El XVII es el Siglo de Oro de los grandes escritores de lengua española. También de los genios de la pintura. Es el siglo de Cervantes, y también la caza está presente en su gran obra, El Quijote. Dedica el universal escritor un capítulo entero a la caza de un «colmilludo jabalí» en una jornada montera en las cercanías de Zaragoza. En la obra aparecen los galgos, las liebres, el silvestrismo, la cetrería y la caza de perdiz con reclamo macho y de conejo con hurón y ballesta. 

Ahora, la asociación de rehalas ARRECAL ha estrenado con motivo del Día Mundial del Libro un nuevo vídeo en el que rinde homenaje a Miguel de Cervantes y a su obra donde la caza tiene una presencia destacada. Todo ello tomando como base la magnífica obra Don Quijote. Gran madrugador y enamorado de la caza, de su asesor Santiago Ballesteros.

El fragmento que aparece en el vídeo es el siguiente:

Se comenzó la caza con grande estruendo, grita y vocería, de manera que unos a otros no podían oírse, así por el ladrido de los perros como por el son de las bocinas. Apeóse la duquesa, y, con un agudo venablo en las manos, se puso en un puesto por donde ella sabía que solían venir algunos jabalíes. Apeóse asimismo el duque, y don Quijote, y pusiéronse a sus lados; Sancho se puso detrás de todos, sin apearse del rucio, a quien no osara desamparar, porque no le sucediese algún desmán. Y apenas habían sentado el pie y puesto en ala con otros muchos criados suyos, cuando, acosado de los perros y seguido de los cazadores, vieron que hacia ellos venía un desmesurado jabalí, crujiendo dientes y colmillos y arrojando espuma por la boca; y en viéndole, embrazando su escudo y puesta mano a su espada, se adelantó a recibirle don Quijote.

Lo mismo hizo el duque con su venablo, pero a todos se adelantara la duquesa, si el duque no se lo estorbara. Solo Sancho, en viendo al valiente animal, desamparó al rucio y dio a correr cuanto pudo, y procurando subirse sobre una alta encina, no fue posible. Y viéndose así, y que el sayo verde se le rasgaba, y pareciéndole que si aquel fiero animal allí allegaba le podía alcanzar, comenzó a dar tantos gritos y a pedir socorro con tanto ahínco que todos los que le oían y no le veían creyeron que estaba entre los dientes de alguna fiera.

Llegó don Quijote y descolgó a Sancho, el cual viéndose libre y en el suelo miró lo desgarrado del sayo de monte, y pesóle en el alma, que pensó que tenía en el vestido un mayorazgo. En esto atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan suntuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba.

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Más sobre Don Quijote y la caza

don quijote cazador

En el sector cinegético hemos justificado la caza desde el punto de vista de la conservación, la economía y el desarrollo rural. El libro Don Quijote: gran madrugador y amigo de la caza ahonda en una nueva vía, la de la cultura. Un novedoso argumento que entronca, entre otros, con la declaración de la cetrería como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: considerar la caza como parte de nuestra identidad cultural. Y la prueba viva es que Don Quijote, el más universal personaje del más universal escritor español, es cazador.

En la colosal obra de Cervantes las referencias a la caza no son abundantes pero sí constantes y muy importantes. Te contamos todas ellas en este enlace.