Editorial

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Ayer fue un día histórico para la caza en España. Por primera vez, el Senado reconoció la importancia de esta actividad a nivel social, económico, cultural y medioambiental, instando al Gobierno a poner en marcha un conjunto de medidas para «reconocer, apoyar y respetar» la caza en nuestro país. La moción, presentada por el Partido Popular, salió adelante gracias a los votos de PP, PSOE, Foro Asturias y Unión del Pueblo Navarro, un gesto que ha sido muy aplaudido desde el mundo rural.
Hay que destacar las intervenciones de los senadores Tomás Burgos (PP) y Antonio Gavira (PSOE) que, cada uno desde sus respectivos planteamientos políticos, defendieron la actividad destacando todos los aspectos positivos que aporta. Desde el argumento económico –genera 6.500 millones de euros y 187.000 puestos de trabajo– hasta sus beneficios para el medio ambiente o su marcado carácter social. Decepcionó la postura de Ciudadanos, que se abstuvo de tomar parte en el debate. Una puesta de perfil que choca con la decisión con la que algunos miembros del partido, como Ramiro Domínguez o Miguel Ángel Garaulet, han defendido la actividad cinegética en anteriores ocasiones.
Pero sin duda, si algo hay que destacar de esta jornada es que pasará a la historia como el día en el que Unidos Podemos faltó al respeto a los cazadores y los criminalizó de una forma ignominiosa. La intervención de María Vanessa Angustia, portavoz de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, rebajó el nivel del debate de la moción a unos niveles que deberían quedar fuera de las paredes de un órgano constitucional de representación del pueblo español como es el Senado. Presenciar debates como el de ayer, en el que una senadora aboga por limitar una actividad sobre la que evidencia, sin rubor, un absoluto desconocimiento, es muy difícil de entender para aquella ciudadanía que depende de sus decisiones y le paga el sueldo. Pero lo que resulta inadmisible es que, además, los insulte y criminalice como ayer lo hizo la representante de Unidos Podemos. La senadora Angustia acusó –con carácter general– a los cazadores de utilizar las cacerías legales para abatir especies que no están permitidas. Todo su discurso estuvo plagado de datos falsos, tópicos y argumentos sin base racional o científica. Quizá por eso, cual sacerdotisa del animalismo, se atrevió a citar razones «morales» para justificar su intervención. Menospreció el informe de Deloitte sobre los datos de la caza asegurando que estaba «elaborado por FAES» y quiso describir la caza como una actividad de gente adinerada, enemiga de la agricultura y la ganadería. 
Unidos Podemos debe una disculpa a todos los españoles. No sólo a los cazadores. Confundir el Senado con la barra de un bar es un lujo que no debería permitirse ningún representante de la ciudadanía. Pero faltar al respeto y acusar a un colectivo millonario de cometer delitos, generalizando y alimentando un discurso de odio hacia él, es cruzar una línea roja que exige una rectificación inmediata y la depuración de responsabilidades oportunas. Y nadie en el sector debería olvidarlo. Unidos Podemos nos ha llamado delincuentes.