Por Carlos Díez

¿Qué es la gripe aviar? ¿Se transmite al hombre?

La gripe aviar (GA) es una enfermedad producida por virus ARN de la familia de los Orthomyxoviridae, y más en concreto al grupo que se conoce como influenza tipo A. Fue detectada por primera vez a finales del siglo XIX, y desde la década de 1950 ya se había registrado en varios continentes, si bien los brotes más importantes comenzaron a detectarse en los años 1990, en concreto en el sureste asiático, incluyéndose los producidos por la cepa H5N1. Como en el caso de la Covid-19, para la que tenemos las variantes Alfa, Delta y Ómicron, con la gripe aviar sucede lo mismo, pueden existir distintas cepas. Y la que más frecuentemente se ha detectado en aves silvestres y domésticas de Europa es la citada H5N1. Y sí, se transmite al hombre. Es lo que conocemos como zoonosis, y de ahí la preocupación de las autoridades sanitarias, dado que el ser humano puede contagiarse. Fue en 1997 cuando dicha cepa fue detectada por primera vez en humanos, en concreto en Hong Kong.

Pero, ¿existe riesgo de contagio para los cazadores?

Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, para la población general el riesgo de contagio es bajo. Pero para aquellas personas que tienen contacto frecuente y estrecho con aves la probabilidad de exposición al virus se incrementa. Pensemos en personas que trabajan en granjas y mataderos, en las que se puede entrar en contacto con muchas aves en un espacio reducido. En estos contextos es cuando el riesgo pasaría a ser bajo/medio. Para el caso concreto de los cazadores, sería muy difícil que se pudiera producir un contagio, pero lógicamente no es imposible y por ello hay que seguir una serie de recomendaciones que más tarde trataremos. El gran número de contagios de personas en el sureste asiático se atribuye al contacto continuo de personas con lugares contaminados por las deyecciones de aves infectadas, algo muy común en países poco desarrollados en los que hay una convivencia continua –y poco higiénica– entre personas y aves de corral.

¿Qué aves pueden contraer la gripe?

Perdiz cantando. ©JDG
La perdiz roja está entre las 100 especies que pueden contraer la gripe aviar. ©JDG

Tanto aves silvestres como domésticas. En el caso de las primeras, se ha demostrado que más de 100 especies pueden infectarse, siendo el grupo más susceptible el de las aves acuáticas, concretamente, las anátidas (patos) y limícolas. Además, se sabe que estas especies pueden ser reservorio de la enfermedad, contribuyendo a su transmisión. En lo que respecta a otras aves de caza, se ha demostrado, por ejemplo, que la perdiz roja y la paloma bravía (o torrera) también pueden contagiarse, pero su papel en la epidemiología de la enfermedad dista mucho del que tienen las aves acuáticas. Por lo tanto, está claro que un grupo importante de aves de caza, como son los patos, pueden verse afectados por esta enfermedad. De ahí que los expertos estén señalando la importancia de prestar especial atención a las aves acuáticas migratorias, que en muchos casos podrían ser el origen de los brotes, tanto en aves silvestres como domésticas.

¿Qué está pasando con tanto brote? ¿Por qué han aumentado su número ahora?

En España la primera detección de GA fue en un somormujo allá por 2006 en la Laguna de Salburua, cerca de Vitoria-Gasteiz, (Álava). Posteriormente hemos tenido detecciones en granjas de gallinas y pavos, incluyendo brotes de baja y alta patogenicidad. Según datos del Ministerio, en lo que llevamos de 2022 se han detectado 14 focos de enfermedad, tanto en aves silvestres como domésticas, que para estas últimas, se ha traducido en el sacrificio de cientos de miles de aves, como el caso de una granja de pavos en Fuenterrebollo (Segovia), y otra de gallinas en Íscar (Valladolid). Además del primer caso en la Comunidad de Madrid, en concreto, en un ave migratoria.

Los expertos indican que en los últimos meses se vienen registrando brotes en otros países de Europa, por lo que era cuestión de tiempo que, a través de aves migratorias, acabaran apareciendo en nuestro país. Y además, contamos con un sistema de vigilancia veterinaria que permite detectarlos de manera temprana y tomar medidas para evitar males mayores. Lo cierto es que no sabemos con certeza por qué ahora están incrementando los casos. Varios estudios realizados en Europa apuntan que la GA está circulando por el continente durante todo el año, lo que sumado a las migraciones de muchas especies, favorecería su transmisión.

¿Cómo se produce el contagio y qué consecuencias tiene?

Un ave enferma de GA excreta el virus a través de los fluidos corporales o secreciones a través de boca y fosas nasales así como a través de las heces. Otras aves pueden contagiarse entrando en contacto directamente con un ave infectada, o bien si tiene contacto con material contaminado por estos fluidos con virus. Las consecuencias en las aves dependen de si la cepa en cuestión es altamente patógena o no. Así como unas cepas de la Covid-19, han mostrado ser más agresivas que otras, con la GA sucede lo mismo. Pero lo que nos dicen los estudios es que cuando las aves sufren la enfermedad, ésta se incuba en entre tres y cinco días y pueden verse síntomas que van desde la depresión e inapetencia, hasta la aparición de crestas y babillas hinchadas e incluso muerte súbita. En las últimas semanas se han podido grabar aves silvestres posiblemente afectadas por GA, mostrando apatía y postración para finalmente acabar muriendo en unos días.

Como cazador, ¿qué precauciones debo tomar?

Toda la información disponible coincide en que es importante tener precaución cuando se manejan aves muertas, especialmente cuando se faenan para su posterior consumo. Unos guantes y una rutina de limpieza serán suficientes para evitar cualquier riesgo. Y por cierto, el consumo de carne y huevos cocinados eliminará la posibilidad de contagiarse (en el improbable caso de que hayamos cazado un ave infectada con capacidad de transmitirnos el virus).

Se declara un brote de GA en mi coto: ¿qué podría pasar?

Como sucede con otras enfermedades de declaración obligatoria, la declaración de un foco de gripe aviar acarrea una serie de consecuencias que en lo que respecta a la caza pueden variar en función de la importancia del brote. Lo más grave que puede pasar es que la caza se prohíba en un humedal y en sus alrededores y, como ya sucedió en Valencia, no se permita el uso de reclamos para prevenir la llegada de más ejemplares. En el caso de los brotes que se producen brotes en granjas avícolas se podría llegar a establecerse perímetros de seguridad, siendo probable que ciertas actividades se vean restringidas en el caso de que puedan influir en la transmisión de la enfermedad.