Cuando se habla de caza, en demasiadas ocasiones se hace desde el desconocimiento, arrastrando clichés y generalizaciones que no hacen justicia a quienes practicamos esta actividad de forma ética y responsable. Los cazadores hemos sido retratados a menudo como enemigos del medio ambiente, insensibles o sedentarios, pero la realidad está muy lejos de esos tópicos.

Frente a los prejuicios, los datos y la experiencia muestran que los cazadores somos piezas clave en la conservación del entorno, llevamos una vida activa, saludable y autosuficiente, y anteponemos la seguridad y el respeto por la naturaleza. Aquí desglosamos diez verdades que desmienten los estereotipos más repetidos.

Conservación activa del entorno

El cazador no solo respeta el medio, lo conserva. La implicación directa en labores como reforestación, limpieza de montes o gestión sanitaria de especies son prácticas habituales en los cotos. Además, las tasas y licencias que se abonan revierten en fondos para programas de conservación.

Varias organizaciones internacionales han reconocido que los cazadores contribuimos a preservar ecosistemas que, sin nuestra implicación, podrían deteriorarse gravemente. Es decir, nuestro papel es más cercano al del guardián del monte que al del agresor ambiental que muchos imaginan.

Un reciente estudio ha demostrado que los cazadores invierte en España unos 320 millones de euros anuales en conservación. De esta cantidad, 289 millones se destinan a medidas de gestión como aporte de agua, siembras o desbroces, y otros 31 millones a programas de conservación de especies. Además, la actividad cinegética tiene una repercusión global en la economía del país: aporta 10.190 millones de euros al PIB español, mantiene 199.000 empleos (de los cuales 45.642 son directos) y genera una recaudación fiscal de 1.200 millones de euros.

Dieta más saludable

https://revistajaraysedal.es/wp-content/uploads/2021/08/pesca-galicia-puerto.jpg
Un cazador aprovecha la carne de una pieza recién abatida. © Ángel Vidal

Los cazadores suelen comer mejor. La carne de caza es un alimento natural, rico en proteínas, bajo en grasas, y libre de hormonas y antibióticos. Esto contrasta con la carne procedente de la ganadería industrial, donde prima la cantidad sobre la calidad.

Además, al consumir lo que nosotros mismos hemos conseguido, los cazadores tenemos una relación mucho más consciente con el alimento. Conocemos su procedencia, su valor y su proceso de obtención.

Cero desperdicio

«El cazador odia que se desperdicie la carne». No se trata de una frase hecha: quien caza, valora cada pieza obtenida. La mayoría prepara su carne, la cocina, la conserva y la comparte. Esta cultura del aprovechamiento total es una de las más antiguas y sostenibles que existen.

La seguridad, por encima de todo

Un cazador enseña a su hija la importancia de la seguridad y los valores de la caza durante una montería. © Mutuasport

Lejos del tópico del temerario con rifle, el cazador moderno prioriza la seguridad. Lo de menos es cazar, lo importante es volver sano y salvo. Chalecos reflectantes, sistemas de comunicación y normativa estricta son habituales en cualquier jornada cinegética.

Una afición que crece

Contra lo que se cree, la caza no está en declive. Cada vez son más los jóvenes y, sobre todo, las mujeres, que se incorporan a esta actividad. Nuevas generaciones, con mayor formación y conciencia ambiental, están renovando el perfil del cazador tradicional.

MUJERES-CAZADORAS
Una cazadora durante una batida de jabalíes. © Carlos Vignau

Ejercicio físico y salud mental

Cazar no es sinónimo de sedentarismo. Una jornada puede implicar caminar decenas de kilómetros por terrenos abruptos, cargar peso y mantenerse horas en silencio y alerta. Además, el contacto con la naturaleza actúa como un potente antiestrés.

Autosuficiencia total

Cuando un cazador sale al campo, lleva todo lo necesario. Comida, abrigo, herramientas, conocimientos… Su autosuficiencia le permite desenvolverse en entornos hostiles sin ayuda externa, un valor cada vez más escaso en la sociedad moderna.

Sentidos agudizados

Un cazador es capaz de ver y oír cosas que alguien que no está acostumbrado a estar en el monte no percibiría. Con el tiempo, la capacidad de observar rastros, sonidos o movimientos se agudiza. Es una habilidad natural potenciada por la experiencia.

Pasión por enseñar

© Shutterstock

A los cazadores les encanta compartir lo que saben. Ya sea con sus hijos, con amigos o con desconocidos, disfrutan explicando cómo gestionar un terreno, preparar una pieza o aplicar medidas de seguridad. La divulgación es parte de su identidad.

Amor por su perro

Por último, todo cazador que se precie ama a su perro. Lo cuida, lo entrena, lo alimenta y lo protege. Su perro es su compañero fiel, y el vínculo que se establece entre ambos está cargado de respeto, cariño y complicidad.

Sobre el autor