El ojo rojo es uno de los síntomas más habituales de las afecciones oculares de nuestros perros de caza. La causa más frecuente es la conjuntivitis, una inflamación de la membrana que rodea al ojo internamente –que cursa además acompañada de lágrimas y legañas amarillas o verdosas– cuyo origen suelen ser infecciones bacteriana o alergias. Si se repite constantes hay que examinar los párpados, para ver que no produzcan roces en la córnea o que presenten pestañas dirigidas hacia el ojo, provocando una irritación constante.

El tratamiento: aplicación tópica de colirios o pomadas, con antibióticos y/o antiinflamatorios, según el caso. Otra posibilidad es que se trate de un traumatismo que afecte al globo ocular. La cámara anterior –la zona entre la córnea y el iris– se llena de sangre y tendrá todo el ojo rojo, impidiéndonos ver el iris y la pupila –hifema–. Se trata de un cuadro grave, y es necesario valorar posibles daños en estructuras internas y secuelas como desprendimientos de retina o pérdidas de visión. 

Un veterinario examinando el ojo de un perro. © Shutterstock

Vigila los ojos de los perros de caza

Cuando vemos una bola roja en la zona del lagrimal nos encontramos ante un prolapso –caída o deslizamiento– de la glándula del tercer párpado, cuya función es producir lágrimas. En ocasiones desaparece al reintroducirse en el párpado de forma esporádica; si no es así habría que recurrir a la cirugía para reintroducirla o extirparla, según el caso. 

Otro caso es el del ojo negro: una coloración negra aparece sobre la córnea, que deja de ser transparente. Nos enfrentamos a una queratitis pigmentaria, patología que puede provocar la pérdida de visión y cuya base es genética, afectando sobre todo a razas como el pastor alemán y el greyhound. La cura es difícil: consiste en limitar la progresión de la pigmentación mediante el uso tópico de corticoides o inmunomoduladores como la ciclosporina… de por vida. Esta pigmentación negruzca también puede ser debida a la falta de producción de lágrima en perros mayores, lo que ocasiona una sequedad permanente de la córnea con la consiguiente irritación que a la larga hace que se coloree de negro.

Otros colores de ojos

Un ojo blanco es síntoma, fundamentalmente, de cataratas. El cristalino, una lente que hay en el interior del ojo, se vuelve opaco, y al perder su transparecia el perro pierde también visión. Aparece de forma natural en animales mayores, a partir de los ocho años de edad, por la degeneración progresiva del citado cristalino, pero también puede ser provocada por enfermedades como la diabetes. El tratamiento es quirúrgico, como en medicina humana, y consiste básicamente en extraer el cristalino afectado y sustituirlo por una lente. El coste es elevado, entre 1.000 y 1.500 euros cada ojo.

Un tratamiento tópico a base de colirios. © Shutterstock

Un ojo azul en un perro de caza es, básicamente, indicador de dos procesos. Uno de ellos es un glaucoma, un aumento de la presión intraocular. El globo ocular aparece aumentado de tamaño, como si fuera a salir de la órbita, debido al incremento de los líquidos de su interior producidos por algún fallo en el sistema de drenaje de los mismos. Puede ser consecuencia de tumores o luxaciones del cristalino, que se mueve de su posición normal obstruyendo el punto de salida de estos líquidos. Este aumento de tamaño produce mucho dolor y un edema de la córnea que da lugar a este color azulado. Requiere un tratamiento de urgencia para reducir rápidamente la presión intraocular, ya que produce daños oculares graves que desembocan en ceguera. 


Varios veterinarios desvelan la realidad del cuidado de los perros de caza en un nuevo vídeo


La inflamación del iris y la cámara anterior del ojo también se manifiesta con un color azulado e incluso cambios en el color del iris: se denomina uveítis. Conocer la causa es todo un reto para el veterinario, ya que es una manifestación de una enfermedad interna como infecciones en otros órganos, tumores, procesos víricos y leishmaniosis