El veterano cazador Marcelino Atance Renieblas, natural de la localidad de Monreal de Ariza, en la provincia de Zaragoza, protagonizó la sorpresa de la montería del coto social de este municipio aragonés que se llevó a cabo el pasado domingo, 13 de febrero. En esta jornada cinegética, organizada por tres jóvenes cazadores y en la que participaron un total de 40 puestos, Marcelino se hizo con su primer ciervo: un imponente venado de 12 puntas.

Un certero disparo para hacerse con este ciervo

Marcelino Atance acababa de disfrutar, días antes, de una jornada de perdices con su hijo y varios amigos y no creía que podría volver a protagonizar un día de caza tan destacado en mucho tiempo. Pero le esperaba la montería de Monreal, en la que consiguió cobrar su primer venado.

Un disparo a 20 metros. «El ciervo bajaba un chorrero, venían todos los perros detrás de él y yo estaba sentado en la silla cuando apareció», relata el cazador sobre un lance que sucedió a las 12:15 horas del mediodía aproximadamente. Enseguida, el cazador se incorporó y encaró el rifle: «Me entró a 20 metros, lo metí en el visor, me quedé quieto y, cuando no había peligro para los perros, disparé al ciervo», recuerda.

El puesto de al lado cazó otro gran jabalí. El veterano cazador detalla que, en la misma montería, un enorme jabalí con unas voluminosas navajas le pasó por el puesto, pero por seguridad no pudo disparar, ya que los perreros se encontraban por la zona: «Por fortuna, el puesto de al lado sí pudo abatirlo», relata Marcelino.

El ciervo, de 12 puntas, fue sin duda la envidia de la jornada cinegética: «He cazado animales bonitos a lo largo de mi vida, pero este es uno de los que más he disfrutado», explica.

Una imagen más del cazador con el animal. © M. A.

Un consejo para los jóvenes cazadores

El gran consejo que este veterano cazador ofrece a las nuevas generaciones es sobre la seguridad: «Siempre hay que estar atento de todos los detalles, nunca hay que disparar por disparar, sino estar muy seguro de todo lo que haces. Pido a los jóvenes que se percaten de todo para no tener ningún problema», señala en palabras a este medio Atance.

Por último, Marcelino explica que durante estos meses ha recuperado una ilusión que llevaba tiempo sin rescatar: la de los galgos. «Hacía cuarenta años que no tenía, pero ahora he echado tres galgas, aunque hay algo que me preocupa, y es la falta de liebres. La enfermedad está mermando mucho su población», lamenta por último.