El Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia organizó durante la tarde de ayer miércoles un acto «sobre la necesidad de abordar la prohibición de la importación de trofeos de caza de especies vulnerables». Los ponentes de este encuentro fueron la ‘Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales’ (APDDA), y las conocidas asociaciones animalistas radicales ‘Humane Society International/Europe’ y la ‘Fundación Franz Weber’. En el mismo acto, se presentó una Proposición No de Ley (PNL) para prohibir este hecho.

En el foro, que se llevó a cabo en el Salón Clara Campoamor del Congreso de los Diputados y que contó con la presencia de Sergio García Torres -director general de derechos de los animales-, participaron ponentes internacionales y parlamentarios miembros de la APDDA, pertenecientes a diversos grupos, que se comprometieron a promover iniciativas para prohibir la importación de trofeos de las especies incluidas en los Anexos A y B del Reglamento de Comercio de Vida Silvestre (Reglamento (CE) nº 338/97 del Consejo), de los que España es el segundo mayor importador.

Los participantes en el Foro, moderado por los diputados miembros de APDDA Txema Guijarro y Pilar Calvo, debatieron sobre los «efectos negativos» -según sus ellos- de la importación de trofeos de caza, así como sobre las medidas necesarias para abordar esos efectos.

Al foro, organizado en el Salón Clara Campoamor del Congreso de los Diputados, apenas asistieron una decena de personas. © Congreso.es

Un debate alejado del criterio científico

Joanna Swabe, directora sénior de asuntos públicos de Humane Society International/Europa, señaló que «la caza de trofeos no tiene cabida en la sociedad moderna» y que esta actividad se realiza «solo por diversión». Asimismo, Iris Ho, directora de campañas y políticas públicas de la Alianza Santuario Panafricano (PASA), afirmó que «la caza de trofeos es una actividad económica que extrae o elimina animales salvajes de sus ecosistemas para disfrute del cazador, sin materializarse los cuantiosos beneficios económicos que promete ni cumplir con los objetivos de conservación». Una afirmación que choca de lleno con lo acordado por la comunidad científica, como veremos más adelante.

Por su parte, Anna Mulà Arribas, asesora jurídica de la Fundación Franz Weber, afirmó que «el Plan de acción español contra el tráfico ilegal y el furtivismo internacional de especies silvestres y la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, en el contexto de Reglamentos comunitarios de aplicación del Convenio CITES, legitiman a las autoridades CITES en España a proponer medidas que supongan el cese de los permisos de importaciones de trofeos de caza de especies amenazadas que se cazan fuera de nuestras fronteras», hecho que pretenden utilizar para prohibir la importación de trofeos de caza. Por último, la diputada Inés Sabanés llegó a asegurar que la actividad cinegética «no contribuye ni a la conservación de las especies ni al desarrollo económico local».

Un discurso lleno de estereotipos y populismo

Compartimos a continuación una de las intervenciones más llamativas, la de Anna Mulà Arribas, quien aseguró que «la caza de trofeos es matar animales con el fin de exhibir parte de los mismos», que «no hay control» en este tipo de cacerías -algo que no es cierto ya que solo son autorizadas bajo unas estrictas condiciones- y que «el argumento de la conservación es una farsa». Sobre este último hecho aseguró que «los supuestos beneficios económicos no repercuten como debiera ser». «Esta actividad no apoya a las comunidades locales», añadió.

¿Qué dice la ciencia de la caza de Trofeos?

Expertos de las Universidades de Cambridge, Adelaida y Helsinki concluyeron en uno de los estudios más importantes llevados a cabo en la actualidad que «la caza de trofeos puede ser una importante herramienta de conservación». Una afirmación que muchos no comprenden, pero que ya hemos explicado en reiteradas ocasiones y que fue retratada el año pasado en un simpático vídeo elaborado por CollegeHumor.

Este importante papel de conservación también ha sido recientemente reconocido por el Parlamento Europeo y por el mayor congreso sobre naturaleza del planeta, la Convención CITES, en la que trabajan juntos 183 países, incluido el nuestro. 

En la memoria colectiva está la muerte del león Cecil. Un caso que se hizo viral y que contribuyó a estigmatizar la imagen del cazador. Los medios de todo el planeta retransmitieron casi en directo aquel episodio. Lo que no hicieron luego fue hacerse eco del trabajo del profesor David MacDonald –encargado de estudiar al león Cecil durante años-, que concluía que la caza de leones regulada podría ofrecer importantes incentivos económicos para proteger el hábitat salvaje de estos de su destrucción, lo que solventaría uno de los mayores problemas de la especie.

En esta misma línea, la propia organización WWF, ha reconocido en diversas ocasiones la importancia de la caza como herramienta de protección de la naturaleza. Es la misma conclusión alcanzada por un estudio realizado por el IREC en nuestro país, que demuestra que se trata de una buena herramienta de conservación para las aves.

¿Por qué la caza de trofeos ayuda a la conservación de las especies?

La caza de trofeos es una forma legal de caza en la que los aficionados a la actividad cinegética pagan grandes cantidades de dinero por un permiso para abatir animales y llevarse a su domicilio su trofeo (si quieren). Esta caza se realiza bajo un estricto control por parte de la administración, que es quien decide qué especies y cuántos ejemplares se abaten, en función de unos criterios científicos en los que siempre prima la conservación de la especie. Los animales en peligro de extinción jamás se pueden cazar.

Las grandes sumas de dinero que los cazadores dejan en los países de destino repercuten en las arcas públicas y generan desarrollo económico (empresas privadas, empleo). Esto anima a la población local a conservar estas especies, con las que en muchos casos compiten por el alimento o el territorio, puesto que las visitas de los cazadores son sinónimo de trabajo. Por otro lado, las cuantiosas tasas que los cazadores pagan a la administración son las que permiten sufragar los gastos de conservación (parques naturales, guardería, lucha contra el furtivismo).

Por poner un claro ejemplo en Namibia el dinero de las tasas de caza de trofeos sostiene a las comunidades que de otra manera no tendrían ningún potencial turístico: son sitios remotos que no tienen ningún atractivo ni cuentan con infraestructuras para recibir turistas. Estas áreas de conservación, que cubren casi el 20% del país africano, han sido instrumentos para los éxitos de conservación del país. La caza controlada de rinocerontes negros, tanto en Namibia como en Sudáfrica se inició en 2004; desde entonces, las poblaciones han aumentado en más de la mitad. Hasta cinco rinocerontes negros pueden ser cazados legalmente en Namibia al año y el dinero de las tasas va a un fondo fiduciario destinado a apoyar la conservación.