Conocer la longitud ideal de cañón en un rifle de caza es algo que, como armero, aseguro se trata de una de esas preguntas que siempre surgen a la hora de elegir un arma, ya sea para batidas, monterías, recechos… o para todo. Y la respuesta no es sencilla, porque no existe una sola: depende de factores como el tipo de caza que vayamos a practicar, el grado de precisión que queramos conseguir o la velocidad del proyectil que estemos buscando. Una vez tengamos claro estos aspectos podremos entrar en materia y decidir, con el asesoramiento de nuestro armero, qué medida es la más adecuada para nuestras necesidades.

¿Dónde vamos a cazar con nuestro rifle de caza?

Esta es la primera pregunta que debemos responder, ya que dependiendo del lugar donde se vaya a desarrollar la cacería tendremos unas necesidades u otras. Un ejemplo comparativo de fácil comprensión es el de los becaderos. Ellos buscan armas cortas que les permitan maniobrar dentro de los bosques más tupidos. Jamás entrarán a buscar las sordas con una escopeta patera kilométrica que lo único que hara será entorpecer.

En el caso de los rifles ocurre lo mismo. No son las mismas las necesidades de un esperista, de un montero o de un cazador de montaña. Cada uno precisa longitudes que remen a favor de su modalidad, teniendo en cuenta siempre el entrono, la vegetación imperante, el tipo de lances y tiros y la pieza a cazar. Un amante de los aguardos buscará armas cortas para evitar el roce de los cañones con las ramas del puesto mientras que un recechista de montaña necesitará un equipo ligero que le permita obtener la mayor precisión y tensión a largas distancias. Estudia tu caso y ten claro cuáles son tus prioridades.

Un cazador en un puesto de montería. © Carlos Vignau

Para hacernos una idea aproximada, la regla general dicta que los calibres estándar emplean longitudes de cañón de 22 o 23 pulgadas, es decir, unos 55 centímetros. Calibres como el .308 Winchester, el .30-06 Springfield o el .270 Winchester han venido utilizando esta longitud desde hace décadas, mientras que otros tipo mágnum como el 7 mm Remington Magnum o el popular .300 Winchester Magnum suelen ser diez centímetros mayores, hasta alcanzar los 65.

Sin embargo, en los últimos años marcas de notable prestigio en el campo de la caza y el tiro como Tikka o los nacionales Bergara han logrado montar cañones más cortos, de 46 centímetros, con un indudable éxito de precisión a largas distancias.

¿Y si quiero un mágnum?

Si eres de esos cazadores que prefieren disparar cartuchos pesados buscando ese plus en el poder de parada tienes que tener en cuenta varios aspectos para no errar en tu elección. La teoría dice que cuanto más corto es el cañón menores vibraciones sufre y, por lo tanto, mayor precisión ofrece. Sí, sobre el papel lo soporta todo, pero después hay que poner a prueba las teorías en el campo.

La realidad es que muchos calibres mágnum o short magnum que utilizan cañones excesivamente cortos no queman toda la pólvora que cargan las municiones comerciales y además no se consiguen las velocidades buscadas en este tipo de calibres. Por otro lado, la temperatura también puede ser un factor clave, ya que un cañón corto se calienta mucho antes que uno estándar o largo. 

Como todo en la vida, existen excepciones. Es el caso del 8,5×55 Blaser, un calibre que está de moda y que para mí ha supuesto una auténtica revolución por conseguir quemar toda la pólvora en cañones cortos de 51 centímetros gracias al cuidado diseño de su vaina. Esta circunstancia sería imposible de reproducir, por ejemplo, en un .300 Winchester Magnum, a no ser que utilicemos balas recargadas o munición comercial Short Barrel.

En los últimos años he visto muchos intentos de rifles mágnum con cañones cortitos y las agrupaciones nunca han sido las deseadas. Sin embargo, marcas como Christensen o Gunwerks han conseguido que con cañones de 56 centímetros –considerados cortos en calibres mágnum– agrupen estupendamente. Puede que el culpable de este éxito sea su revestimiento de fibra de carbono, que soporta mucho mejor la temperatura que un cañón al desnudo. En Europa el uso de estos cañones cortos y manejables está muy de moda, pero en la gran mayoría de países está autorizado el uso de silenciadores, que mejoran notablemente la precisión en este tipo de cañones.

La velocidad mata

Este es uno de los lemas de Hornady, y no puedo estar más de acuerdo. Es una máxima que deberíamos repetirnos todos los cazadores casi como un mantra. La velocidad nos ofrece dos cualidades fundamentales: rasante y shock tras el impacto. Me confieso amante de los proyectiles veloces, aunque sé que va en contra de longitudes cortas de cañón.

Hay que tener en cuenta que con estas medidas se pierde una velocidad aproximada de 15 metros por segundo: si recortáramos un cañón estándar en cinco centímetros, perderíamos 75 metros por segundo. Un dato muy elevado sobre todo para calibres ya de por sí lentos.

Un cazador portando un rifle a la espalda durante un rececho. ©Ángel Vidal

Peso y equilibrio del rifle de caza

Si eres un amante de la caza a rececho o de montaña seguro que una de tus obsesiones es conseguir el equipo más liviano posible. Si reduces el material de tu rifle reducirás también el número de gramos, pero aunque no te lo creas este no es un factor tan decisivo como el equilibrio del arma. Por ejemplo, si montas un visor grande, de rececho, con una campana enorme en un arma con cañón corto no tendrás un equilibrio óptimo. Por eso es fundamental tener en cuenta su longitud a la hora de incorporar las herramientas ópticas adecuadas sin que la precisión o su efectividad a la hora de disparar se vea afectada.


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En conclusión, si la modalidad de caza a la que vas a destinar el rifle te lo permite puedes utilizar cañones cortos, pero siempre teniendo en cuenta a todo lo que renuncias con esa elección y escogiendo marcas que aseguren los resultados más favorables.