Recuerdos del campo español Fotografía inédita 1885-1945 es una obra con la que cualquier amante del mundo rural y nuestro pasado disfrutará de lo lindo. Esta obra recoge no sólo fincas privadas sino también zonas más amplias, de especial interés, que reflejan cómo era el campo en enclaves tan dispares como los Picos de Europa, los Pirineos, el Real Coto de Gredos, la sierra de Monreal, el Real Monte de El Pardo, el Coto de Doñana o los Llanos de la Ina.

En la variedad de los lugares escogidos se ha tenido en cuenta la diversidad de las especies autóctonas cabras monteses, corzos, venados, rebecos, jabalíes, avutardas, perdices, ánsares, patos…– y la pluralidad de tipologías de las fincas: las hay ganaderas, una yeguada, de labor, de olivar, extractoras de corcho, costeras e, incluso, insulares. Los textos están escritos por los propietarios o los descendientes de los antiguos propietarios de estos parajes, lo que, sin duda, confiere especial cercanía y familiaridad a los relatos.

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Recuerdos del campo español. Volumen 2
Fotografía inédita 1885-1945

Real Coto de Grredos (Ávila)

Fue creado por el Rey Alfonso XIII en 1905  con la participación de una serie de propietarios que le cedieron los derechos de caza y con el único objetivo de salvar las pocas monteses que aún quedaban en los altos del macizo central a principios del siglo XX. En la imagen, un grupo de ojeadores, después de una batida, con dos de los trofeos de macho montés cobrados en una de las cacerías regias.

Un grupo de ojeadores en Gredos con dos machos monteses.

El Águila (Córdoba)

Esta finca cordobesa tiene el honor de haber celebrado la montería más importante de la época, celebrada en 1931 y en la que se cobraron 299 reses con 94 escopetas y 478 perros. La fotografía de abajo tomada durante la montería del 14 de diciembre de 1917, con la casa al fondo y las reses colgadas de un árbol.

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La casa de El Águila, después de una montería en 1917.

Torre Breva (Cádiz)

Esta finca pertenece a la familia Orleans desde que Antonio de Orleans, duque de Montpensier, la adquiriera en los años 60 del siglo XIX. En la imagen se observa al infante Alfonso de Orleans –en el centro de la foto– portando su arma enfundada durante el transcurso de una de las múltiples cacerías celebradas por aquellos parajes. La celebración de tentaderos y excursiones ecuestres también eran actividades muy comunes en estas tierras.

Alfonso de Orleans, durante el transcurso de una cacería en Torre Breva.

Pirineos (Lérida)

La orografía y el clima forjaron a las gentes de la cordillera pireniaca con una economía basada en la ganadería lanar y bovina. El sarrio era la pieza de caza estrella en estas escarpadas zonas. Normalmente se cazaban en batidas o resaques o a rececho. En la foto se puede ver cómo un grupo de seis ojeadores posan sorprendidos con un sarrio vivo capturado durante una batida.

Guardas y ojeadores con el sarrio vivo recién capturado.

Señorío de Olza (Navarra)

Un paraíso natural en plena ribera navarra donde el zorro hacía
las delicias de los cazadores. María Doussinague y su marido Pedro Vignau (derecha) posan tras un día de caza.

Las cacerías de zorros eran todo un acontecimiento en Señorío de Olza.

Real Monte de El Pardo (Madrid)

El coto Real de caza por excelencia. Ubicado a las afueras de Madrid, fue el lugar elegido por los monarcas para dar rienda suelta a sus instintos venatorios. En la foto, Alfonso XIII, con el resultado de una montería.

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El Rey Alfonso XIII después de montear en El Pardo.