Por Pilar Ruiz (veterinaria) 

La más común es la tos de vías respiratorias altas, que procede de la garganta. Podemos reconocerla porque cuando palpamos la zona de la garganta al perro le provocamos irritación y automáticamente se desencadenará la tos: a esto los veterinarios le llamamos reflejo tusígeno. Esta tos también se manifiesta cuando tiramos de la correa y el collar le presiona la garganta.

En muchas ocasiones vendrá acompañada por la expulsión de flemas, una mucosidad blanca y espesa. No es grave: el animal no presenta ningún otro síntoma, mantiene su apetito y no manifiesta apatía ni se fatiga, no disminuyendo su rendimiento en la caza. La más común es la llamada ‘tos de las perreras’, provocada por un virus ¡que  se contagia entre perros! El tratamiento es sintomático: se basa en la administración de antiinflamatorios durante unos días con el fin de disminuir la irritación de la garganta y la tráquea. Incluso hay perros que se curan sin necesidad de medicinas. Se puede prevenir con una vacuna, pero al tratarse de una enfermedad leve se suele prescindir de ella.

Otro tipo es la tos procedente de vías respiratorias inferiores: se trata de procesos generalmente infecciosos que afectan a los bronquios y los pulmones. Por tanto, es una tos consecuencia de una enfermedad más grave que la de las vías altas, y el perro va a manifestar decaimiento, fiebre, dificultad respiratoria, pérdida de apetito y, como consecuencia, se va a ver afectado negativamente a la hora de cazar, lo que notaremos es que se cansa y no puede mantener su ritmo habitual.

Bronquitis y neumonías son las que suelen provocar esta tos, y al tratarse de una infección es necesario administrar antibióticos además de antiinflamatorios e incluso broncodilatadores para ayudar al animal a respirar mejor: en los casos más graves puede llegar a ser necesario hospitalizar para suministrar oxígeno. Otras causas de tos de vías bajas son los tumores que aparecen generalmente en perros de edad avanzada.

Son cosas de la edad

La tos cardíaca es la que está provocada por enfermedades del corazón. Suele afectar a perros de caza mayores, a partir de los ocho años, ya que al envejecer las válvulas del corazón se degeneran dando lugar a un soplo. Éste aumenta de tamaño y pierde fuerza para bombear la sangre. Al crecer, colapsa la traquea y provoca tos. El pulmón se encharca de líquido como consecuencia de la insuficiencia cardíaca, haciendo que el animal tosa aún más. Se fatigará durante la caza –es lo que se denomina intolerancia al ejercicio–, pero su apetito será normal y no presentará fiebre ni decaimiento cuando se halle en reposo. 

Los gusanos pueden tener la culpa de la tos de tu perro de caza

La tos de origen parasitario está provocada por vermes o gusanos que durante alguna fase de su ciclo vital pasan por el pulmón ocasionando tos. Su tratamiento y prevención dependen de una correcta desparasitación interna. Es el caso de la filariaosis o enfermedad del gusano del corazón, provocada por la picadura de un mosquito que inocula las larvas del gusano.

Al llegar al corazón y arterias pulmonares de tu perro de caza crecen transformándose en largos gusanos de hasta 30 centímetros de largo. Esta infestación provoca tos, fatiga, adelgazamiento e insuficiencia cardíaca, y es habitual en zonas endémicas del mosquito –la ribera de Ebro y Guadalquivir, la costa mediterránea y las islas Canarias y Baleares–. Para prevenirla podemos recurrir desde repelentes del mosquito hasta pastillas e inyecciones.

¿Tendrá algo atascado?

En ocasiones es tan violenta la tos de nuestro perro que nos tememos lo peor: desde luego, el ruido y los movimientos que hace son los mismos de intentar expusar algún resto de alimento o cualquier otro cuerpo extraño de la tráquea. Cuando hay una obstrucción el perro de caza hará continuos movimientos de deglución, como intentando tragar, y presentará disfagia, que no es otra cosa que la dificultad, precisamente, para tragar alimento y agua.

Para saberlo podemos ofrecerle algo de comida y observar cómo la ingiere. Si lo hace de forma normal, sin forzar, podemos estar tranquilos, nada impide su paso. En caso contrario nunca intentaremos sacar lo que provoca la obstrucción introduciéndole los dedos en la garganta. Las manipulaciones bruscas pueden provocarle una inflamación que derive en un edema de glotis. Esto dificultará su respiración al impedir la entrada de aire a la tráquea.