Son escasos los estudios científicos que han analizado esta circunstancia, pero los que hemos podido consultar siempre se orientan en el mismo sentido. Efectivamente el aumento de las densidades de ungulados como el ciervo tiene efectos negativos en las de los corzos presentes en los mismos entornos. En este sentido, un estudio publicado por Richard y colaboradores en 2010 analizó esta situación en Francia comprobando cómo el incremento de la densidad de venados daba lugar a una reducción en el peso de los corcinos nacidos en el año que se producía y también en el siguiente, lo que tenía implicaciones negativas para su supervivencia y por tanto para las densidades de las poblaciones presentes.

Otro trabajo científico, en esta ocasión realizado en Italia por Focardi y sus colaboradores en el año 2006, concluyó también que no sólo la presencia de ciervos repercutía negativamente en las poblaciones de corzos, sino que cuando las densidades de otros ungulados como el gamo aumentaban también provocaban una disminución de las de corzo para un mismo territorio, llegando incluso a recomendar como medida de gestión para conservar esta especie la realización de controles selectivos sobre los primeros.

Corzo realizando escodaduras. © Shutterstock
El corzo podría verse desplazado de aumentar en un coto la densidad de otros ungulados como el ciervo o el gamo. © Shutterstock

En la misma línea, otro trabajo realizado por Ferretti y sus colaboradores en el año 2008, también en Italia, pudo comprobar que, cuando en el mismo territorio se encontraban gamos y corzos, los primeros eran capaces de desplazar a los segundos de las zonas de alimentación, obligándoles a buscar nuevos territorios. Este hecho podría suponer una reducción de los tiempos dedicados a la ingesta de alimento y un aumento del riesgo de depredación.

¿Competencia desleal?

En conclusión, podemos comprobar que no sólo la observación apunta a que la presencia de ciervos o incluso gamos en un territorio puede perjudicar a los corzos, sino que existen algunas evidencias científicas publicadas que así lo determinan. Estos últimos comparten patrones de alimentación similares a los de otros ungulados, pero por su menor tamaño se ven desplazados por otras especies mayores, tanto de forma directa, por la ocupación del territorio, como indirecta, por la competencia por los recursos tróficos, que son determinantes para mantener la capacidad de carga de un hábitat determinado.