Por Martín Fisher

Como deporte o un estilo de vida, incluso de supervivencia para llevar comida a casa, la modalidad de la pesca urbana es un tesoro por descubrir. He crecido en este entorno: mi abuelo me llevaba desde muy pequeño a pescar en agua dulce y también en el mar. En casa siempre he tenido acuarios y peces tropicales, me encanta el deporte y la naturaleza.

La pesca deportiva no es una excepción y hacerlo a los pies en tu propia ciudad un regalo, es un estilo de vida y una vía de escape para respirar libertad y estar en contacto con la naturaleza y el mar y por eso me considero afortunado.

La tranquilidad de la noche, o de día, escuchar el ruido de los coches o un tren que de vez en cuando pasa a tu lado, no parece que sea el lugar más adecuado para pescar y disfrutar pero entre el hormigón, los edificios, las carreteras, los puentes y toda la locura urbana hay vida.

No hace falta viajar muchos kilómetros para disfrutar de tu afición por la pesca

Hay muchas modalidades de pesca y solemos pensar que para buscar aventura y sacar grandes peces tenemos que ir lejos en coche o adentrarnos varias millas dentro del mar. Es una opción, pero hay otras como la pesca urbana que también nos da grandes emociones y satisfacciones. Pesca y aventura dentro de tu misma ciudad y peces mucho más grandes y a tiro de lo que imaginas.

Las ciudades y los humanos generamos grandes cantidades de basura. Hemos diseñado tecnología y sistemas para reciclar y reutilizar toda esta basura que ya nos invade. Estamos llegando al límite de nuestros recursos naturales y estamos generando vías alternativas y sostenibles no solo para reciclar sino también para reutilizar todos estos residuos haciendo el menor daño posible, no solo la comida, los plásticos… también en el agua.

Grandes depuradoras en nuestras ciudades que recogen y filtran todas las aguas residuales que salen de nuestras casas o negocios y que de alguna forma hay que revertirlas haciendo el menor daño posible. Todas estas aguas que han sido filtradas y depuradas no para consumo humano contienen gran cantidad de nitratos y fosfatos, muy reconocible por el olor a poza. Es el resultado de un proceso de filtración biológico y mecánico de unas bacterias que colonizan estos filtros y que devoran literalmente todo ese residuo producido en forma de amoniaco, nitrito y nitrato. Lo conozco bien por mi afición al mundo de los acuarios; en el entorno hablamos del ciclado y es lo más parecido al proceso natural y ciclo del nitrógeno en la naturaleza y que es la base y el resultado de la vida en un entorno cerrado como un acuario o abierto en la propia naturaleza.

En aguas no tan limpias también pueden crecer peces de los que puedes disfrutar

Como la naturaleza es muy sabia tiene una capacidad asombrosa para adaptarse a los cambios, esta es la clave del proceso evolutivo y de la supervivencia. Así que todos estos nitratos y fosfatos que salen filtrados a través de agua impulsada por bombas y tuberías al mar o a grandes ríos constituyen una fuente de alimento para microalgas y a su vez microplacton que se alimenta de ellas. Del microplacton y de las algas se alimentan los alevines de peces como las lisas que proliferan y por tanto también de bancos de peces como los pelágicos que lo llevan detectando y aprovechando desde hace años y acuden a estos entornos urbanos a alimentarse y también a reproducirse porque que sus larvas y alevines también se alimentan de ello.

El paso siguiente está claro: los grandes peces pelágicos como palometones o anjovas gigantes lo saben y vienen detrás a comerse las lisas que abundan, o los pequeños pelágicos como jureles, sardinas, alachas… y también a desovar para que a su vez sus alevines también se alimenten, engorden y proliferen. Muchos suelen quedarse residentes todo el año y otros emigran pero siempre hay grandes peces todo el año por aquí circulando. Primavera y otoño son las mejores fechas porque coinciden con la reproducción.

© Martin Fisher

Mi amigo Eddie y yo lo sabemos y los buscamos todo el año por estas zonas, canales y ramblas de agua urbanas en sitios a priori inimaginables que puedan albergar peces tan grandes pero vaya que los hay y por aquí se meten. Con una mochila, un par de bocatas, agua y un equipo de spinning adecuado a base de echarle horas y de patear y patear todas estas zonas los encontramos y pescamos. No siempre hay suerte porque si no la pesca no sería tan emocionante. Esas porras y bolos que hacen afición, forma parte del juego y cuando llega un gran pez después de una dura búsqueda la satisfacción es enorme. Si encima lo sacas con un señuelo que has diseñado y fabricado tú mismo especialmente para estos peces la satisfacción es doble.

Es muy importante ser respetuosos con el medio ambiente y tratar de recuperar y devolver en la medida de lo posible estos grandes peces. Yo suelo hacerlo frecuentemente pero si no es posible tampoco pasa nada si te llevas de vez en cuando un buen pescado azul para comer en casa (Catch & Cook) o incluso si tienes un detalle con los amigos que lo apreciarán como si lo hubieran pescado ellos mismos. Al fin y al cabo todos somos depredadores. Utilizar nuestra cabeza y nuestro corazón para darle una oportunidad a estos magníficos peces nos asegurará a seguir pescando y disfrutando de nuestra gran pasión.

Así es la pesca urbana en primera persona. Si además pescas fino y ligero, reconoces sus patrones de comportamiento, pateas y pateas, lanzas y lanzas hasta dar con ellos y sabes tener la suficiente paciencia hasta esperar el momento exacto el gran pez llega.