El pescador alicantino Ignacio Morales Martín logró dar captura, hace unos meses en un pantano de la provincia de Badajoz, a un espectacular lucio hembra de más de 13 kilos que le rompió su carrete Shimano Perfection y con el que necesitó estar más de media hora reanimándolo. Morales ha narrado a Jara y Sedal todos los detalles de esta apasionante jornada en la que asegura que, si llega a pescar este ejemplar mes y medio más tarde, «pesaría sus dieciséis kilos» debido a las huevas que tendría.

Una picada en el segundo lance

Aquel día, Ignacio fue con su hermano a pescar y «era el típico día en el que no había dormido nada bien por la noche». Por eso, y tras el viaje de cuatro horas de Madrid a Badajoz, «llegué, me eché a dormir directamente y me desperté sobre las 12:00 horas del mediodía». Cuando abrió los ojos, su hermano estaba lanzando en una recula del pantano y él decidió ponerse a su lado. «Cogí la caña con una rapala de 16 centímetros aproximadamente y, al segundo lance, este lucio me pegó el frenazo en seco», explica sobre el momento de la picada.

No era un black bass, sino un enorme lucio

Otra imagen de Ignacio con el lucio. © I. M.

Al principio, el pescador pensaba que por la forma de picar se trataba de un black bass, ya que no fue el típico ataque de lucio más liviano, sino que fue en seco. «En un primer momento, intenté sacarlo rápido, pero luego en cuanto lo vi cabecear me percaté de que era un lucio grande», describe Ignacio.

Tal fue la lucha que le rompió el carrete Shimano Perfection que llevaba en su caña: «Me lo reventó, me rompió los rodamientos al intentar traerlo de la fuerza que tenía. Me lo hizo polvo», explica Morales. «Llevaba una caña de casting, le había metido un hilo potente y pude arrimarlo a base de bombearlo mucho a unos ocho o diez metros aproximadamente», detalla el pescador.

Cuando ambos hermanos lo vieron fuera, quedaron asombrados: «Era súper ancho, era una hembra pero sin huevas. Si lo llego a sacar mes y medio o dos meses más tarde, tendría los dieciséis o diecisiete kilos», asegura.

Ahora quedaba otro reto: devolverlo al agua con vida

El siguiente paso era otro reto, el de devolver al lucio al agua con vida: «Después del combate, el lucio y otro tipo de peces generan un ácido que hace que se adormezcan, como una especie de sedante. Por eso cuando los coges y están cansados, parecen en un primer momento que se van y al final se mueren, por lo que tienes que ser muy rápido para sacarlos y soltarlos de nuevo», explica Morales. Con este lucio hembra en particular, Ignacio estuvo más de media hora para poder reanimarlo y, ya con vida, soltarlo de nuevo al agua.