El pescador madrileño Yerai Moya, natural de la localidad de Meco (Madrid), aceptó el pasado sábado 22 de enero el reto de un amigo que pescaba en el pantano pacense de Orellana y que le animaba a pasar la noche en el lugar. Lo que no imaginaba es que, tras ese «no te atreves», se escondía la jornada de pesca con la que había soñado tantas veces y en la que se hizo con un descomunal barbo comizo de 12 kilos.

«La probabilidad de pescar un barbo así es de una entre un millón»

«Me lo empecé a creer, sinceramente, a las dos horas de sacarlo, cuando recibí las llamadas de varios compañeros», comienza relatando el pescador, aún impresionado por la captura del espectacular barbo comizo pescado en aguas de Orellana, uno de los pantanos que más visitan los adeptos de la pesca de ciprínidos de toda España.

Así dio comienzo la noche de pesca. «Estuvimos mirando el tema de las presiones y qué iba deparando la noche y teníamos esperanza de que, con la luna que teníamos, alguna caña se pudiese arrancar, sin tener mucha esperanza en ello». A las cuatro horas «tuve una arrancada bestial. En el momento en el que la empecé a luchar, pensé que era una carpa bastante grande por la fuerza con la que tiraba, y tras media hora de batalla, peleando contra las algas para que no nos partiese la línea, mi compañero gritó que era un barbo enorme. Conseguimos meterlo en la sacadera y vimos que era descomunal», explica el pescador.

Uno de los barbos más grandes de Orellana. «Es mi nuevo récord personal en esta especie, y es sin duda uno de los más grandes que se han sacado en el pantano», explica sobre un animal que picó la caña sobre la 1:00 de la madrugada.

La batalla con el barbo. De la lucha con el ciprínido, el pescador destaca «la impresionante fuerza que tenía, la media hora de reloj que duró la pelea y que son auténticas locomotoras en el agua». Los barbos «tienen una fuerza y una forma de sacar hilo descomunal. Y cuando lo vi en la orilla, entendí la lucha que tuve, que no era una carpa. Un barbo es un misil del agua, es lo más potente que te puedes encontrar, y más con esas dimensiones», expone.

El pescador, sorprendido dos días después. Yerai Moya confiesa que aún se encuentra sorprendido de la cantidad de mensajes que está recibiendo: «Es el sueño de todo pescador que ame estos peces y la probabilidad de pescarlos es de una entre un millón», asegura.

El cebo utilizado es, para el pescador, «lo más importante», ya que «es lo que atrae al pez a la postura». En este caso, fue de Proelitebaits: un popup de antartic krill gold, la tradicional bolita rosa, junto con una malla de PVA compuesta por micropellet del mismo sabor mezclado con amino DIP para potenciarlo, exactamente un session pack de antartic krill de proelitebaits. Una vez colocada la postura, lanzaron cinco boilies de 20 milímetros aleatoriamente para mayor atracción.

El equipo que usó Yerai. Durante la corta pero intensa sesión, el pescador utilizó cañas Shimano TX2 de 13 pies y 3,5 libras; carretes Shimano ultegra 14.000 XTD; línea Trabucco T Force enduro 0,35mm y bajo de línea Ronnie Rig de Korda. Las alarmas fueron unas Fox minimocron X.