El mundo cinegético ha sido testigo en los últimos días de una sorprendente fusión entre tradición, arte y tecnología. La empresa española Trophyland ha creado una réplica en miniatura del impresionante corzo abatido en la provincia de Cuenca por el cazador Arturo Gonzalo Abarca, un ejemplar que ha generado una enorme expectación por su imponente trofeo, al punto de que muchos lo señalan ya como un serio candidato a nuevo récord nacional. La pieza ha sido recreada a escala mediante un innovador sistema de modelado e impresión en resina que está revolucionando la forma de preservar la memoria de los grandes lances.
Lejos de tratarse de una simple reproducción decorativa, esta miniatura ha sido confeccionada con un grado de fidelidad milimétrico a partir de imágenes del corzo original. Gracias a un proceso que combina inteligencia artificial, escaneado digital e impresión 3D de alta precisión, el equipo de Trophyland ha conseguido capturar cada detalle del trofeo. El resultado ha dejado sin palabras a los aficionados, y ha arrasado en redes sociales tras su publicación en un vídeo en Instagram.
Un récord que se puede tocar
Aunque todavía no se ha oficializado su puntuación, el corzo abatido por Arturo Gonzalo Abarca ha generado una gran expectación entre los medidores oficiales. En paralelo, Trophyland ha logrado algo inaudito: dar forma física a esa emoción mientras aún se debate el resultado.

La empresa ha compartido en su perfil de Instagram el proceso completo de elaboración de la réplica: desde el diseño digital basado en las imágenes proporcionadas, hasta el pintado a mano de la pieza terminada. La respuesta no se ha hecho esperar: miles de cazadores han aplaudido la iniciativa y muchos se han interesado por realizar encargos similares.
Tecnología y alma artesana

Abraham Ibáñez, fundador de Trophyland, lleva años combinando su formación como ingeniero en diseño industrial con su pasión por la caza y el trabajo artesanal de la cuerna de ciervo. «Nuestra misión es que ningún trofeo quede en el olvido por barreras físicas, legales o logísticas. Cada pieza que hacemos honra la historia de un lance y el vínculo del cazador con su entorno», explica el equipo de la empresa.
Este innovador sistema permite obtener réplicas a partir de simples vídeos grabados con el móvil, sin necesidad de disponer del trofeo físico. Y no solo en miniatura: ante las dificultades para transportar piezas cinegéticas desde África, Asia o Nueva Zelanda, Trophyland también ha comenzado a ofrecer réplicas a tamaño real como solución legal y logística para los cazadores.

Más que trofeos: recuerdos eternos
La historia del corzo de Cuenca es solo una muestra del impacto emocional de este nuevo concepto. Hay casos tan sorprendentes como el de Carlos, un cazador que perdió el trofeo de un gamo espectacular por culpa de una DANA, y que gracias a Trophyland pudo conservar su recuerdo en forma de réplica. O el de los guías de perros de sangre, que reciben estas piezas como agradecimiento, convirtiéndose en verdaderos «palmarés» de sus canes.
En menos de un año, Trophyland ha conseguido enviar réplicas a más de 20 países en Europa, y todo apunta a que el fenómeno no ha hecho más que comenzar. La combinación de tecnología, pasión y respeto por la tradición cinegética está dando sus frutos, y hoy lo hace con una de las piezas que puede marcar un antes y un después en la historia del corzo en España.