Mismo país. Misma ciudad. Misma hora. Dos colectivos diferentes reivindicando dos cosas enfrentadas. En un lado, los defensores del mundo rural. Miles de ganaderos, agricultores y cazadores que se manifestaban con educación, civismo y ordenadamente, guardando las normas de seguridad frente al Covid a pesar de ser una multitud. Pidiendo respeto a un Gobierno que pisotea sus derechos. Al otro poco más de siete animalistas que piden a gritos que se imponga su ideología y la dieta vegana. La fachada del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA) frente a la que se manifiestan manchada de pintura que, por supuesto, no limpian. Un gesto incívico que deja una fotografía que habla por sí sola de las dos realidades enfrentadas.

Todo sucedió el pasado domingo, 23 de enero, cuando miles de personas ligadas al medio rural se unían a la gran movilización convocada en Madrid y que fue todo un ejemplo de civismo, al igual que todas las anteriores a las que han acudido cazadores y ganaderos de toda España. En la cita por el campo español, miles de cazadores, pescadores, ganaderos, agricultores y otros usuarios del medio rural exigían respeto y «acabar con el desprecio que soportan desde las Administraciones».

Manifestación del mundo rural el 23 de enero en Madrid. © Ángel Vidal
Manifestación del mundo rural el 23 de enero en Madrid. © Ángel Vidal

Así se ‘manifiestan’ los animalistas

Si bien los asistentes a la manifestación del mundo rural mostraron un comportamiento ejemplar dejando las calles de Madrid totalmente limpias a su paso, no sucedía lo mismo con la protesta de los siete animalistas que arrojaron varios botes de pintura roja contra la fachada del MAPAMA.

Los animalistas en la puerta del MAPAMA. © El Diario Rural

Los animalistas, pertenecientes al colectivo Futuro Vegetal, justificaron la acción como protesta por las declaraciones del ministro Luis Planas en defensa de la ganadería tras la polémica con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre las macrogranjas. Reivindicaban, entre otras cosas, que el Gobierno no devuelva parte del dinero que tributa el mundo rural en forma de subvenciones a las ganaderías.

El Palacio de Fomento, sede del Ministerio de Agricultura y uno de los edificios más singulares y representativos de Madrid, fue objetivo del ataque de los radicales. Situado en la glorieta de Atocha, fue inaugurado en el siglo XIX, es obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco y es Bien de Interés Cultural, ahora dañado por el ataque animalista.