Los ataques de lobos a perros son cada vez son más frecuentes en España. Cazadores, ganaderos y habitantes de pueblos han sido testigo de numerosos ataques en los últimos tiempos de los cuales Jara y Sedal se ha hecho eco. Pero este depredador, que se encuentra en franca expansión, no solo solo ha devorado canes de entornos rurales. Uno de los ataques más inquietantes tuvo lugar la localidad vallisoletana de Zaratán, unida prácticamente a la ciudad de Valladolid, donde el pasado mes de septiembre un lobo acabó con la vida de una perra de raza Golden retrevier, a escasos 200 metros de la última casa de la calle Las Fuentes, donde paseaba con su dueña.
Esta ausencia de miedo a internarse en los núcleos urbanos está generando una profunda inquietud en las redes sociales entre los habitantes rurales de zonas loberas, especialmente después de que se haya hecho viral un vídeo en el que se ve cómo un lobo se interna en un pueblo en mitad de la noche y se lleva a un perro. Aunque no hemos podido contrastar el lugar en el que han sido tomadas las imágenes ni la fecha, la escena ilustra perfectamente un problema cada vez más creciente en la España vaciada. La mayor parte de los comentarios en redes giran en torno a la misma pregunta: «¿Y si el lobo se hubiese encontrado a un niño?».
Los lobos atacan a los niños
Los lobos atacan a los niños. Esa es una realidad que nuestros antepasados conocían bien y que documentó excepcionalmente uno de los fundadores del Parque Nacional de Doñana, el biólogo, naturalista, ecólogo y activista ambiental español Antonio J. Valverde, en su obra Los lobos de Morla.
Valverde estableció un perfil de ataques realizando una investigación en la que empleó años y realizó una recopilación de datos de ataques de lobos a niños, especialmente en Galicia, último reducto de la especie antes de que iniciase su exitosa expansión. En esa relación de ataques, que en su mayoría acababan con la muerte de los pequeños víctimas de sus fauces, Valverde recogía el caso de Manuel Suárez, un niño de cinco años que sobrevivió a las dentelladas. Jara y Sedal logró localizar el año pasado a Manuel, el cuál recordó a esta revista todos los detalles del ataque al que sobrevivió y del que hablaba Valverde en su libro. Puedes leer aquí la entrevista.
Temor e indignación crecientes
La expansión del lobo, que ya está presente en Extremadura, está provocando que algunos ejemplares dejen de mostrar miedo por el hombre. Es el caso de un ejemplar grabado hace unos meses en Orense junto a un núcleo habitado. En las imágenes se podía apreciar el descaro del lobo, que se presenta en esta zona urbanizada a plena luz del día. Mientras lo grababan, los sorprendidos testigos comentaban: «Ya no se asustan, esto es increíble». Uno de ellos da una voz con la intención de asustarlo, pero el cánido no escapa.
Por este motivo, la población rural cada vez tiene más miedo de que los lobos puedan atacar a una persona o a un niño. Un temor que se torna indignación ante el blindaje impuesto por el Gobierno a su caza, puesto que al declararlo especie protegida el control poblacional que se ejercía hasta ahora queda prohibido, y si alguien decide tomarse la justicia por su mano, las multas por matar a un ejemplar pueden llegar hasta los dos millones de euros y dos años de prisión. Esa desafección del Gobierno central por la realidad de los pueblos con el lobo es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento si hay alguna víctima humana directa –más allá de las actuales víctimas económicas–, máxime cuando el clamor popular ya está advirtiendo de ello.