A veces, cuando las ganas de vivir son tantas, no hay nada que pueda interponerse. La historia de Juan Carlos Lara es la de todo un luchador que ha conseguido plantarle cara a la muerte. Cuando todo parecía derrumbarse al diagnosticarle un cáncer terminal hace tres años y medio, la caza le dio la fuerza que necesitaba para afrontar esta dura batalla.

Sin ningún referente familiar, a los 18 años se sacó el permiso de armas y comenzó a cazar. A día de hoy tiene 40 y lleva toda una vida acompañado de su gran pasión. «Como todo al principio, tanto mi vida laboral como económica no era la que ahora, pero cazaba como y donde podía», ha contado al equipo de Jara y Sedal.

Cumplió su sueño como cazador y venció al cáncer

En todo este tiempo ha practicado la caza menor y ha sido rehalero, pero ser montero era «como un sueño casi imposible de alcanzar». Ponemos el foco en ese ‘casi’, porque cumplirlo ha sido una de las experiencias positivas que ha sacado de la enfermedad.

«El cáncer trae cosas muy malas, pero también buenas. A mí me aportó ser montero y poder dedicarme a pensar solo en ella y en el campo como mi medicina para mi recuperación», ha puesto en valor Juan Carlos.

Todo se remonta a aquel 26 de febrero de 2021 cuando, al notar un dolor en el riñón, le hicieron un TAC para localizar dónde se encontraba la piedra. Sin embargo, «apareció un carcinoma en estadio IV en el estómago que traspasaba las paredes del mismo y tenía acercamiento al páncreas y al hígado», ha explicado el cazador.

Desde el año 2007, cuando compró su primera parcela de una hectárea, ha ido trabajando para conseguir las 14 hectáreas con las que cuenta actualmente. Pertenecen al coto de caza de Villanueva de San Carlos, en Ciudad Real, y es ahí donde tiene su rincón en el que «no manda ni el cáncer, ni los tratamientos, ni la quimio». Tan solo él y sus animales.

La operación no salió como esperaban

Después de varias pruebas, el diagnóstico determinó que había que quitar todo el estómago, limpiar los órganos que se habían visto afectados y reconstruir. Le comunicaron que había muchas posibilidades de que no saliera de esa intervención.

«El 9 de abril de 2021, mi vida cambió», ha asegurado. «Aquel Juan Carlos nunca volvió. Me operaron y la cosa salió mal debido al encharcamiento de los pulmones y la gran pérdida de sangre que había tenido. Ingresé en la UCI a vida o muerte y tuve la suerte de encontrarme con el mejor equipo y los mejores profesionales», ha reconocido.

«Estuve entubado 10 días, era imposible despertar. Mi mujer me visitaba cada día y me cuenta que le decían los médicos que me hablara con naturalidad, del día a día. Cuando me nombraba a mi hija, mi madre y mi campo, dice que, aunque estuviera dormido, se me caía una lágrima por la mejilla», ha afirmado Juan Carlos.

Al pasar esos días, los médicos le bajaron la sedación y, según ha asegurado él mismo, solo pensaba en que, si pasaba a estar jubilado, tendría más tiempo para dedicarse a hacer esperas y a cumplir su sueño: la montería.

«Cuando salí de la UCI y de la planta estaba muy mal y debido a mi reducida movilidad por la masa muscular perdida. Invertí mi tiempo en leer libros y ver vídeos de esperas y monterías. Los enfermeros y médicos me miraban como si estuviera loco porque, evidentemente, estaba más cerca de morir que de cazar, pero a mí me importaba poco la muerte y más la caza», ha recordado.

Más de 70 sesiones de quimioterapia

En su visita a oncología, habiéndole mandado tan solo cinco o seis sesiones de sellado, le encontraron focos en el páncreas, el hígado y el esófago y estas se convirtieron en 72 sesiones de quimioterapia y 50 de inmunoterapia.

«El médico fue muy radical. Me dijo que poco había que hacer y que lo que había no pintaba nada bien. Me dieron entre cinco y seis meses de vida y le dije que si me tenía que morir sería en mi casa, en mi finca, con mi hija, mi familia y mis animales», ha continuado contando.

En mayo de 2021 comenzó con la quimioterapia y, a pesar de ello, la familia decidió marcharse al campo a desconectar, como hacían todos los veranos. Su mujer, Cristina, le compró un quad para que pudiera pasear viendo las reses y los comederos de su finca, a pesar de casi ni poderse levantar de la cama.

© J.C.L.

Vuelta a la caza después de su ingreso en la UCI

«Con los días fui cogiendo fuerza y llegó mi primer gran día», ha resaltado Juan Carlos. «Me podía poner de espera en la finca, pero no solo fue increíble volver a cazar, sino el mero hecho de volver a tener el rifle en las manos, ver anochecer, el olor a campo, que me volviera a dar el aire en la cara. Era increíble, no me lo podía creer que, después de estar en la UCI tan mal y tanto tiempo en un hospital, después de tan mal pronostico, volvía a estar de espera».

A partir de ahí pasó un año en el que recibía su tratamiento cada 15 días. «Iba a empezar la paloma, pero no me atrevía a pedirle a nadie que me acompañara, debido a mis problemas de bajadas de azúcar», ha reconocido. «Se lo insinué a mi mujer y, una vez más, dijo que me acompañarían ella y mi hija a donde yo quisiera ir. Venían casi como enfermeras y a día de hoy somos los tres una cuadrilla».

Por fin: su sueño de ir de montería

Un día, dos de sus amigos cazadores le llamaron para probar la caza mayor y, de nuevo, su mujer le animó a cumplir su sueño de ir de montería. «Empecé muy bien. Mataba reses, nos encontrábamos muy a gusto, nos cuidaban y protegían y empezamos a
disfrutar. Conseguí meterle el veneno de la caza a mi hija, y entre los dos, conseguimos que también le empezara a gustar a mi mujer y la enfermedad se quedaba en el olvido, a pesar de que los ciclos seguían y seguían, ahora, cada 21 días».

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«Así iban pasando mis días», ha apuntado, «entre campo, animales y caza. Era una forma de evasión. Hasta que, a finales de 2022, una prueba dijo que la enfermedad iba remitiendo. No me podía creer que podía estar venciéndolo y dedicarme a lo que me gustaba».

«Comenzó la temporada montera 2023/24 y por fin tenia una acción completa de montería», ha explicado. «Mi sueño hecho realidad. Ya estaba donde había soñado, de montería los domingos, pero aún iba conmigo mi compañera, la quimio, y sus efectos secundarios».

La caza le ayudó a luchar contra «una muerte segura»

Habían pasado tres meses y, de nuevo, tenía que someterse a otra prueba que determinó, de manera textual, ‘sorprendentemente sin signos de malignidad’. «Mi respuesta fue: ‘ostras, gracias al campo y la familia le estoy plantando cara a una muerte segura‘. Y así he seguido dedicando cada minuto a mis aficiones», ha continuado añadiendo. A pesar de ello, los médicos decidieron que siguiera con su tratamiento.


Una joven caza dos enormes jabalíes en su primera espera tras superar un cáncer de mama


«Hoy en día sigo yendo a mis revisiones y a disfrutar de la caza, de todo lo que me puede dar el campo. He conseguido el sueño de ser montero y les puedo asegurar que, cuando estoy en un puesto escuchando una ladra o en una noche de espera, por mi mente no pasa ni un segundo la enfermedad», ha garantizado Juan Carlos.

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Por último, el cazador ha querido dirigirse a todos los que están leyendo su historia. «Mi consejo es que, en los momentos más duros, traten de apoyarse en una afición y llevar su mente allí, así lo podrán conseguir. Después de dos operaciones muy complicadas, 21 días en la UCI, 72 sesiones de quimio, 50 de inmuno y un estómago, conseguí plantar cara a esta enfermedad», ha concluido.

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