El cazador valenciano Gabriel Claumarchirant Gómez ha tenido la oportunidad de dar caza a un descomunal jabalí en su coto social de la localidad de Anna (Valencia) y grabar el vídeo de todos los meses previos tras sus pasos.

Todo comenzó en noviembre, cuando pisteando la zona vio claras señales de que al menos un macho bueno rondaba el lugar. «Sin dudarlo más, comencé a poner comida para atraer al gran jabalí», comienza explicando el joven. Para su sorpresa, la primera imagen de la cámara delató que no sólo era un gran ejemplar sino que portaba un muy buen trofeo, y eso hizo que despertase en él las ganas de una nueva batalla.

A los pocos días volvía a tener noticias sobre el astuto suido y éste le hacía pensar que quería asentarse en el lugar y acudir a la comida más a menudo, pero para su sorpresa no era así. «A finales del mes de diciembre lo veía entrar con la piara ya que lo que buscaba era a la hembra», relata Gabriel.

Un gancho que terminó de delatar al jabalí

Dado que es un coto social, se programó un gancho entre amigos para el 2 de enero y, llegado ese día, sonaron bastantes detonaciones. «En mi cabeza rondaba la idea de que el jabalí que buscaba podría haber sido alcanzado por alguna bala y había llegado a su fin», explica.

«Cuando nos dispusimos a sacar los animales abatidos, mi sorpresa fue que ese animal no había salido, sino que era otro colmilludo el que había sido alcanzado. No era momento de perder el tiempo y seguí cebando para que este animal me diese señales de que seguía visitando la zona y así fue», sigue con su relato el joven.

Comienza la larga batalla para dar caza a este animal

El cazador junto al jabalí. © G. D.

Comenzó entonces una larga batalla de esperas tras él, además de un toque de queda que no dejaba aguantar en el puesto al cazador hasta más de las 21:30 horas. «Entraban otros, cada día alguno diferente incluso, pero el que buscaba no daba la cara. Pasaban los días y mis ganas no decaían. Dicen que en el esfuerzo está la recompensa y no dudaba de que algún día nos veríamos cara a cara», pone en valor Gabriel.

Finalmente pudieron verse cara a cara

Llegó marzo y con él una noticia que alegraría a los esperistas: desde la Consejería Valenciana autorizaban a realizar esperas de jabalí durante el horario del toque de queda. «Con este salvoconducto pensé que, ahora sí, podría acercarse una mejor oportunidad de ver al jabalí», explica el cazador.

A las dos semanas el cazador detectó que el jabalí visitaba el comedero más a menudo, por lo que decidió hacer una nueva espera. «Surgió un nuevo problema que tenía que atender por motivos de salud… y esa noche entró. No me quedaba otra que seguir creyendo que el destino lo traería hacia mí y pasadas dos noches podía volver a sentarme», describe el cazador.

La noche definitiva

Otra imagen del jabalí. © G. D.

Llegado el día Gabriel acudía de nuevo «ilusionadísimo» al puesto. Comenzó la espera. Estaba muy tranquila la zona, donde no se escuchaba movimiento alguno pero, al poco de anochecer, casi entre dos luces, escuchó el crujir de unas hierbas secas, encendió el monocular y lo vio a 30 metros del comedero en una zona tapada dando vueltas. «Me dio la impresión rápidamente de que era un animal grande pero todavía no sabía que era él. Pasaban los minutos y lo escuchaba dar vueltas muy lentamente asegurando cada paso, escuchando cada ruido del monte, cogiendo aire», dice el valenciano.

Pasados unos 20 minutos desde que lo estaba viendo el jabalí decide entrar a comer: «Ya me había asegurado que era él por una peculiaridad en su oreja izquierda. Nunca la levantaba tanto como la derecha», explica Gabriel.

El momento había llegado

El momento había llegado, estaba comiendo y tenía que aprovechar esa oportunidad que le estaba brindando el destino. «Lo intenté localizar con el visor en la oscuridad y cuando lo tenía centrado encendí la linterna. El jabalí reaccionó al instante al ver el fogonazo pero la bala ya había salido de mi rifle», explica sobre el disparo.

En un primer momento pensó que lo había fallado puesto que el animal reaccionó muy rápido a la luz y el cobro se complicó. «Decidí bajar a ver la zona donde había impactado la bala y para mí sorpresa comencé a ver sangre: vi una mancha muy buena y a una altura que determinaba que el tiro era bastante certero, decidí posponer la búsqueda al día siguiente ya que la zona a la que había ido el jabalí herido está muy cerrada de zarza», explica.

A la mañana siguiente comenzó el pisteo desde desde el tiro y a unos 20 metros vio unas manchas llamativas. Además, advirtió que el animal se había desviado de la senda encaminándose a un barranco. «Eso me hacía presagiar que no estaría muy lejos, como así fue. Comencé a bajar por el barranco por sus mismos pasos y a 30 o 40 metros yacía sin vida el animal. Sin duda un ejemplar de gran porte y unas muy buenas defensas», concluye.

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