Cuando el verano toca a su fin tienen lugar varios factores que desembocan en la berrea. En nuestro nuestro país este periodo de celo va desde finales de agosto hasta mediados de octubre –dependiendo de la zona– y está determinada por la época más apropiada para el nacimiento de las crías –mediados de mayo, con la primavera en su máximo apogeo–
y la duración de la gestación, unos ocho meses.

Berrea es sinónimo de lucha. Los grandes machos se miden y disputan el territorio peleando entre sí con el objetivo de hacerse con el dominio de la zona y el harén de ciervas, a las que solo el vencedor tendrá opción de cubrir. Estas luchas, a menudo son mortales. Muchas veces los ciervos quedan enganchados por sus cuernas, lo que provoca que mueran de inanición. Es el caso de las imágenes que traemos a esta noticia, tomadas en Castilla y León, donde dos grandes ciervos han muerto como consecuencia del enredo de sus cuernas. Es algo más frecuente de lo que podemos imaginar, y un problema que se da en otro tipo de cérvidos, como los corzos.

En algunos casos, uno de los contendientes logra sobrevivir. Incluso se ha llegado a filmar a un ciervo con el cráneo de otro enganchado, un vídeo que ya te mostramos el año pasado.

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¿Por qué se produce la berrea?

El factor principal que desencadena su inicio es el descenso en el fotoperiodo –días más cortos y temperaturas en descenso–, pero también influye el estado nutricional de los animales. La falta de alimentación retrasa el inicio de la berrea, pues no llegan a entrar en celo, y éste se aplaza hasta que su organismo está preparado para ello.

Entran en celo con el propósito de sincronizar la época de sus mayores necesidades alimenticias –el final de la gestación y principio de la lactancia– con la de mayor disponibilidad de alimento en el monte, que en nuestras latitudes es el final de la primavera. Lo hacen por puro interés, ya que durante la berrea las condiciones de alimento son pobres y los machos acaban de pasar los duros veranos peninsulares.

25 días de luchas entre venados

La berrea es un periodo clave en la biología del ciervo que los gestores de los cotos deben tener en consideración, siendo la fecha y duración de ésta un indicativo de las condiciones de las poblaciones. Lo habitual es que la berrea dure unos 25 días y se centre en el mes de septiembre, aunque puede variar según las condiciones climáticas de diferentes comarcas.

A veces, un retraso y alargamiento del celo puede deberse a las condiciones especialmente adversas de algún año concreto. Si las alteraciones no ocurren sólo en años de sequía, sino de modo más general, es probable que la densidad de ciervos se encuentre por encima de las posibilidades del coto.

Otra causa de alteración de la berrea que a veces pasa desapercibida es el estrés de las ciervas. Éstas necesitan tranquilidad para entrar en celo y aceptar una cópula. Si una pierde su ovulación sin aceptar la monta por falta de tranquilidad, tendrá que esperar a la siguiente —tras unos 19 días— lo que implica que la cría nacerá tarde.