Editorial


Ayer concluyó la serie Wild Frank Caza producida por Molinos de Papel para DMAX. El primer capítulo arrancaba con una pregunta ¿Es necesaria la caza en el Siglo XXI? y terminaba con una conclusión: el mundo, sin ella, sería un auténtico desastre. Por tanto, la actividad cinegética, como el propio Frank Cuesta ha reconocido en repetidas ocasiones tras acercarse a ella y conocerla, es necesaria. Entre el interrogante inicial y la respuesta final el programa ha hecho un recorrido por diferentes formas de caza y actividades relacionadas con ellas, entrevistando a defensores y detractores, tratando de realizar una fotografía del complejo y vasto universo de la caza. 
Como en cualquier trabajo de esta naturaleza hay diferentes cuestiones que se pueden criticar. Sin duda, la más importante es el reducido protagonismo dado a la caza social, que realmente supone el 90% de la practicada en nuestro territorio. Los dos primeros capítulos incidieron más en la actividad cinegética de alto poder adquisitivo y centraron su objetivo en aspectos minoritarios que nunca serán considerados caza por este medio, como los campeonatos. Los recechos de macho montés o los ojeos de perdiz exclusivos no son representativos del cazador medio de nuestro país, aunque bien es cierto que Wild Frank Caza ha mostrado el importante aporte económico y ecológico que ellos suponen para las zonas en las que se practican. Aún así, la caza social apareció en el último capítulo junto a importantes aspectos como el aprovechamiento de la carne o la importancia de la actividad cinegética en la gestión del ecosistema de los parques naturales.
Si hacemos balance, son muchos más los aspectos positivos que podemos rescatar de esta serie que ha venido a hacer algo que desde el sector llevamos muchos años pidiendo: que se nos conozca en los medios de conunicación generalistas por lo que realmente somos. La valentía de Frank Cuesta y su productora al acercarse al mundo de la caza y dejarla hablar en un momento en el que las redes sociales y los principales medios están alienados por el tramposo discurso animalista, debe ser reconocida. No hay que olvidar que Frank Cuesta es un personaje público con millones de seguidores que se ha hecho famoso, precisamente, por su activismo y su compromiso en defensa de los animales. De hecho, en el programa se ha podido ver la lucha interna que en el interior Frank han librado la emoción y la razón cuando ha presenciado determinadas situaciones que a él no le gustan, pero que sabe que son positivas para el medio o para la sociedad.
Otro aspecto que Wild Frank Caza ha mostrado, tal vez sin pretenderlo, es la verdadera dimensión del problema animalista. Un monstruo alimentado por el odio y la sinrazón que ha crecido al abrigo de las redes sociales, ayudado por los mensajes simples y emocionales que, desde entornos como el de PACMA, se han lanzado con la intención de convertir al cazador en enemigo. Un enemigo necesario para captar votos. Frank Cuesta ha sido arrojado a esa hoguera pública en la que se han convertido las redes sociales y ha recibido mensajes durísimos, en los que deseaban, incluso, su muerte y la de sus hijos. ¿Cuál ha sido su delito? Acceder al conocimiento. Querer saber para juzgar con criterio la actividad cinegética. Pero eso es algo que la Santa Inquisición en la que se ha convertido el animalismo nunca le perdonará. Los dogmas son los dogmas y la caza siempre es pecado. Quizá el antiespecismo quiere igualar tanto a animales y personas que, para dar ejemplo, sus predicadores se han convertido en auténticos animales.
Wild Frank Caza tampoco ha regalado nada al sector cinegético. Sólo se ha acercado a él, desde la neutralidad, y ha puesto a grabar la cámara. Pero ese ejercicio de profesionalidad, el de contrastar la realidad y no dejarse llevar por los estereotipos anticaza, es algo a lo que, por desgracia, los grandes medios no nos tienen acostumbrados. No debería ser noticia que un medio generalista hable de un tema conociéndolo y hablando con los protagonistas. Pero en este caso lo ha sido, y desde este medio creemos que es de justicia agradecer a Frank Cuesta, a Molinos de Papel y a DMAX la oportunidad de, sencillamente, dejarnos hablar