Editorial

Un momento del documental producido por Jara y Sedal en el que se desmonta la mentira animalista de los 50000 galgos abandonados. / JyS

Facebook censuró ayer un documental producido por esta revista con el patrocinio de Mutuasport. El vídeo aborda el abandono y el maltrato de los perros de caza, una cuestión que cada año es actualidad en febrero como consecuencia de las campañas de criminalización de los cazadores puestas en marcha por el animalismo. Parece ser que para esta red social el hecho de mostrar a los cazadores acariciando o desviviéndose por sus perros es motivo de censura. Mostrar el testimonio un galguero que hizo todo lo posible por recuperar a su perra robada, o el de un cetrero cuya fiel compañera quedó tuerta en un accidente –y no por ello la abandona– infringen de algún modo las normas comunitarias de Facebook.

Resulta paradójico que esta misma red social –que inexplicablemente no responde ante la legislación nacional como sí hacemos el resto de medios de comunicación– albergue en infinidad de páginas, perfiles y comentarios mensajes de odio hacia cazadores, amenazas de muerte, insultos y noticias falsas que sirven para alimentar ese discurso de odio que nosotros hemos querido denunciar con nuestro periodismo a través de ese documental. Y lo permite con total impunidad.

Indudablemente el sector animalista, que tantas otras veces y de tantas otras formas nos ha atacado, habrá presionado para que ese reportaje fuese censurado. Su radicalismo les empuja a tratar de silenciarnos. Pero Facebook no debería ceder nunca a las presiones de estos grupos ultras, por muy organizados que estén. Al hacerlo, atacan dos de nuestros derechos más básicos: la libertad de prensa y el derecho a la información veraz de los siete millones de usuarios de nuestra web.

Este desagradable hecho solo sirve para reforzar el fondo de nuestro mensaje: el discurso del odio animalista es un auténtico peligro y no podemos bajar la guardia ni los brazos ante él. Por mucho que se esconda detrás de una careta tan amable como la de los derechos de los animales.

Obviamente, volvimos a publicar el vídeo. A continuación lo mostramos desde nuestra cuenta de Youtube, una red social que nunca ha cercenado nuestra libertad de prensa.

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