La presencia de cotorras exóticas en entornos urbanos de España se ha convertido en un problema creciente que va mucho más allá de las molestias puntuales o del ruido que generan sus colonias. Así lo denuncia la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), que advierte del serio impacto de esta especie invasora sobre la biodiversidad autóctona, los árboles urbanos, la seguridad estructural y la salud pública.
Desde esta entidad profesional insisten en que no se puede seguir actuando con improvisación. La retirada de nidos —actualmente la práctica más extendida— se ha revelado como una medida contraproducente, ya que las aves duplican la construcción de nidos en respuesta al ataque. Además, esta técnica supone importantes costes logísticos y económicos para los ayuntamientos, al implicar trabajos en altura y maquinaria especializada.
El efecto rebote y la descoordinación administrativa
«El control de las cotorras no puede seguir abordándose desde la improvisación. Es urgente establecer una estrategia conjunta y sostenida en el tiempo que permita frenar los efectos negativos que esta especie está provocando en nuestros entornos urbanos», ha reclamado Jorge Galván, director general de ANECPLA.
Desde la asociación también se critica la descoordinación institucional entre administraciones. Aunque existe legislación que permite actuar contra especies exóticas invasoras, en la práctica cada administración actúa por su cuenta, dificultando una respuesta eficaz y coherente. «El problema no es la falta de normativa, sino la ausencia de una interpretación y aplicación común», ha remarcado Galván.
Riesgos para la flora, las estructuras y la salud pública

El impacto de estas aves no es menor. Desde ANECPLA advierten que las cotorras desplazan a especies autóctonas, dañan árboles al romper ramas para construir sus enormes nidos —que pueden superar los 100 kilos de peso— y ponen en peligro estructuras debido a la carga que suponen en farolas, postes y otras instalaciones urbanas.
A esto se suma el riesgo sanitario: sus excrementos pueden transmitir enfermedades como la toxoplasmosis, lo que convierte el problema también en una amenaza para la salud pública. «Estamos hablando de un problema medioambiental, pero también de salud pública y seguridad ciudadana. No se puede seguir ignorando», ha advertido Galván.
Rechazo a soluciones ineficaces y apuesta por profesionales acreditados
Tampoco parecen funcionar otras técnicas como la captura con redes a nivel de suelo, que han demostrado una efectividad muy limitada debido a la inteligencia de estas aves. ANECPLA desaconseja también el uso generalizado de anticonceptivos por su riesgo para otras especies, incluidas aves protegidas, y por la dificultad de controlar su efecto.
«No podemos correr el riesgo de dañar a otras especies. Los anticonceptivos no son la solución fuera de entornos controlados. Hay que actuar con responsabilidad y conocimiento», ha concluido Galván.
Un riesgo para las embarazadas
Las cotorras exóticas, cada vez más presentes en entornos urbanos, pueden suponer un riesgo para las mujeres embarazadas debido a su posible papel como transmisoras de enfermedades como la citada toxoplasmosis, una infección causada por el parásito Toxoplasma gondii. Aunque esta enfermedad suele ser leve o incluso asintomática en personas sanas, durante el embarazo puede tener consecuencias graves para el feto, incluyendo malformaciones, problemas neurológicos o incluso aborto espontáneo.
El riesgo se incrementa porque las cotorras pueden dispersar este parásito a través de sus excrementos, que al secarse se fragmentan en el aire y pueden ser inhalados o entrar en contacto con alimentos, superficies o utensilios. En espacios urbanos densamente poblados, donde estas aves anidan en parques, árboles o estructuras públicas, la exposición involuntaria es más probable. Por ello, los expertos alertan de la necesidad de controlar su expansión, no solo por cuestiones medioambientales, sino también como medida preventiva de salud pública.