Las abejas suelen utilizar el propóleo como un tipo de argamasa natural para fortalecer y proteger las colmenas de las agresiones externas, así como a modo de agente antiséptico para mantenerla limpia. A su vez, las boñigas de vaca han sido, tradicionalmente, la mejor argamasa para cubrir las arnas de caña.

Así lo han asegurado en este documental de Eduardo Monesma, un productor y director de cine etnográfico de sobra conocido por plasmar oficios y técnicas ancestrales en España con sus trabajos audiovisuales.

En esta ocasión hace referencia a uno de los usos que pueden dársele a los excrementos del ganado. Como vemos en las imágenes, esta sustancia se reparte con las manos por todas las paredes de la colmena, tanto por el exterior como por el interior.

«Lo que quieren las abejas es que no pueda pasar la luz de un lado a otro, quieren trabajar a oscuras», han explicado. Es por ello que utiliza las boñigas de vaca a modo de argamasa para tapar todos los orificios que pueda tener el arna y, de este modo, cubrirla por completo.


Este es el municipio de León que quiso obligar a sus ganaderos a recoger las boñigas de sus vacas


De la misma manera, una vez que termina esta labor, el siguiente paso para terminar de construir estas colmenas a mano con cañas silvestres es colocarle en el extremo una losa de piedra a la que se le hace un pequeño agujero para que las abejas puedan entrar y salir. Esto era muy común entre los cañiceros y cesteros que aplicaban la técnica tradicional del tejido y trenzado de la caña para la preparación de las arnas.

«Aquí va mi secreto», ha desvelado también durante el documental. «Si la mano que va por dentro le da a lo largo, luego la miel también la hacen a lo largo. Si le da redondo, entonces salen redondos», ha asegurado.

Sobre el autor