Daniel Alonso Vives reside en Valdemorillo (Madrid), tiene 47 años y lleva veinte sentado en una silla de ruedas. De profesión fisioterapeuta y aficionado a la caza, el pasado lunes decidió lanzarse a la calle con su todoterreno -un Toyota Land Cruiser- para ayudar a personas en apuros tras la gran nevada que azotó la capital española. Tras 33 horas de servicio continuo de manera desinteresada y 1.120 kilómetros recorridos sin comer, atiende a Jara y Sedal.

«Vi el estado de WhatsApp de un amigo de la armería a la que habitualmente voy en el que decían que se necesitaba ayuda con coches 4×4, me ofrecí para ayudar y ahí fue donde comenzó todo», nos cuenta sobre el momento en que decidió echarse a la calle para echar una mano a aquellos madrileños que no podían llegar a los hospitales por la nevada.

«Después me metí en varios grupos de Telegram. Cada hospital tenía el suyo y ahí es donde veías los avisos y resolvías el que más te cuadrara. Cuando terminabas el servicio mandabas un mensaje como que estaba terminada esa urgencia», relata Alonso sobre la dinámica que él y otras varias decenas de cazadores han seguido para ayudar a todo aquel que lo necesitase.

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Imágenes grabadas por Daniel durante su servicio.

33 horas seguidas sin comida y con media botella de agua con tal de «salvar vidas»

«Comencé el lunes sobre las 12 de la mañana y ayer llegué a casa sobre las 21 horas de la noche. He estado 33 horas sin dormir, sin comer y con media botella de agua», relata sobre el tiempo que ha empleado. Cuando le preguntamos por qué no cogió algo de comida o por qué no paró a por ella responde de manera impulsiva: «¡No iba pensando en comer! Iba pensando que podía ayudar a salvar vidas».

Entre las urgencias que ha atendido este cazador madrileño «ha habido de todo». «Gente que necesitaba una transfusión porque había tenido una leucemia, pacientes que tenían que ir a diálisis y que llevaban dos días sin asistir y si no asistían se morían, una cirujana vascular que vivía en Goya y tenía que acudir de urgencia a operar a una persona en el hospital de Torrejón de Ardoz, tres chicas a punto de dar a luz, profesionales sanitarios…».

Daniel añade que también «había sanitarios que necesitaban dar el relevo a sus compañeros que llevaban 48 horas trabajando sin descansar». Gracias a su todoterreno, han podido acudir para relevarlos.

«La gente quería pagarme, pero no lo aceptábamos»

«Intentaban agradarme y me preguntaban que cuánto me debían. Se quedaban aún más sorprendidos cuando les decías que no era nada. Que éramos voluntarios», apunta sobre la reacción de las 53 personas a las que ha ayudado desde el pasado lunes.

Aunque Daniel Alonso es un apasionado cazador, afición que practica siempre que puede desde su quad, dice que en ningún momento se ha identificado como tal ante la gente que ha ayudado. Sin embargo ahora reflexiona y afirma que «quizá hubiera sido importante decirlo». «Quizá alguno de los que nos critican hubiera estado bien que supiera que ese al que alguna vez ha calificado de asesino mira ahora la labor que está haciendo. De todos los que van de ecologistas no vi ninguno con una pala quitando ni un gramo de nieve».

Algunos mensajes de móvil de las 53 personas que atendió. ©JyS
Algunos mensajes de móvil de las 53 personas que atendió. ©JyS

La imagen de una embarazada, su pareja y su niña en mitad de la nieve esperando su llegada

Daniel cuenta a Jara y Sedal que su especialidad como fisioterapeuta son los prepartos. «De ahí que les preguntara a las tres chichas a las que llevé para dar a luz sobre las contracciones». Una de ellas le mandó la foto del bebé después. «Llegaba con siete centímetros de dilatación», apunta.

La imagen que más le ha impactado entre todos los casos que ha atendido ha sido la de una chica embarazada. «Estaba a punto de dar a luz en mitad de la nieve a seis grados bajo cero junto a su marido y una niña pequeña esperando que alguien llegara para llevarles al hospital», dice aún emocionado.

Esos momentos «son los que te llenan y la gasolina que necesitábamos para seguir adelante», dice sobre el esfuerzo realizado tras día y medio sin descanso, más de mil kilómetros recorridos y el combustible pagado de su propio bolsillo.

Daniel con el quad que utiliza para cazar. © JyS
Daniel con el quad que utiliza para cazar. © JyS

Por último Daniel se siente orgulloso de poder haber puesto a la disposición de quien lo haya necesitado su todoterreno. «Hay mucha gente que tiene un 4×4 y no sé para qué. Para una vez que se puede utilizar para una buena causa. Yo no me lo he pensado».

A pesar de desplazarse normalmente en silla de ruedas, dice que eso es algo a lo que él no ha dado ninguna importancia: «Confío plenamente en el coche que tengo. Si me hubiese dejado tirado hubiera sido terrible, pero no lo pensé en ningún momento y confío en los medios que tengo para moverme», finaliza.