El conejo de monte es una de las especies cinegéticas más características de nuestro país. Iberia, la tierra de conejos, lleva por algo ese nombre, y es responsabilidad de los cazadores del siglo XXI el buen cuidado de esta especie, siendo gestores en todas las circunstancias en las que se encuentre: tanto cuidándola en las zonas en las que escasean estos animales como abatiendo las piezas necesarias para ayudar a los agricultores en las zonas que sufren sobrepoblación.

En el primero de los casos citados puede ser muy útil para los cazadores aprender a construir majanos que sirvan de refugio a los conejos. Pero, ¿cómo hacerlo?

¿Qué factores hay que tener en cuenta para construir un majano de conejos?

Ciencia y Caza indica en su página web los factores que hay que tener en cuenta para construir un majano de conejos. En primer lugar, la elección de los animales para repoblar el coto, evitando explotaciones con dudosos controles sanitarios o cría de animales mestizos o con un mal manejo o alimentación.

También recomiendan la construcción previa de vivares que sirvan de punto de suelta para los conejos. «De nada vale invertir mucho dinero en muchos animales de mucha calidad, porque si los soltamos directamente en el campo el fracaso está garantizado», exponen.

¿Qué tipos de vivares construir?

El Grupo de Investigación sobre Producción y Gestión de Especies Cinegéticas de la Facultad de Veterinaria de León realizó, hace una década, un estudio en el que se trataba qué tipos de vivares construir, reintroduciendo conejos de monte marcados con collares de radioseguimiento en diferentes tipos de vivares, más o menos complejos y con diferentes estructuras.

El resultado final fue que el tipo de vivar que dio mejores resultados de entre los utilizados fue uno de un tamaño aproximado de 5-6 m de largo, por 3-4 m de ancho y 1,5-2 m de altura, construido completamente en superficie (sin excavar en el suelo) a base de una estructura de palets de madera superpuestos, ramas y troncos de árboles y todo ello cubierto de una buena capa de tierra de la zona.

En estas estructuras se dejaron algunos huecos para que los primeros conejos pudieran entrar (entre 10-15 animales por vivar) y posteriormente ellos diseñaron el resto de galerías y bocas en poco tiempo. Para consolidar estos vivares se colocó encima una capa de ramas de árboles o matorral para evitar las lluvias intensas, pero nunca plásticos, tubos u otros materiales artificiales. En cotos en los que abundan los jabalíes o los zorros es recomendable reforzar toda la estructura con mallazo.

Este estudio concluye que el mejor vivar es aquel que emplea productos lo más naturales posibles, que se ubica en una zona adecuada, no inundable y bien orientada y evita plásticos, chapas u otros materiales artificiales que tan solo limitan el diseño realizado por los propios conejos colonizadores y favorecen condiciones de humedad y temperatura que no son las mejores para ellos.

Cómo construir un vivar para conejos de forma gráfica

Por último, compartimos un vídeo sobre cómo construir un vivar para conejos difundido por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales en enero del pasado año. Está grabado en Montes de Lugar Nuevo (Sierra de Andújar, Jaén) por parte de Javier Moro, Director de los Montes de Lugar Nuevo y Selladores-Contadero.

YouTube video

Y, por último, una bella imagen: así aprenden los cazadores a conservar la naturaleza desde niños construyendo majanos

El joven Fernando construye el majano para que los conejos puedan refugiarse y criar. © JyS y Shutterstock

Este video muestra, como pocos, la verdad de la caza. Muchas personas se sorprenden al saber que los cazadores españoles son el colectivo que más trabajo y dinero invierte en conservar la naturalezaConcretamente 287 millones de euros anuales, de los cuales se beneficia toda la biodiversidad. Pero ese amor por la naturaleza y el cuidado del medio ambiente no es fruto de la casualidad, sino de una cultura y una forma de vida que se transmite de padres a hijos, como el caso de los protagonistas que hoy traemos a Jara y SedalFernando Romero Luna, es un joven de 15 años de edad, que durante estos días trabaja junto a su padre –que también se llama Fernando– y uno de sus amigos, ambos miembros de la Sociedad de Cazadores de Algodonales (Cádiz). Esta es la grabación.