La mixomatosis es quizá la enfermedad del conejo más conocida por los cazadores y la que más tiempo lleva afectado a las poblaciones de conejo domésticas y silvestres. Al igual que las neumonías, se trata de un virus, detectado por primera vez en Sudamérica a finales del siglo XIX. Su introducción en Europa, en 1952, se debe a un médico francés que lo introdujo en la naturaleza para evitar una plaga de conejos que afectaba a sus campos. En España, los primeros ejemplares afectados se detectan en 1953. Es un virus que afecta sobre todo a gazapos no lactantes y adultos, provocando una alta mortalidad en su fase aguda.

Su transmisión requiere de artrópodos que se alimentan de sangre (mosquitos, pulgas, piojos, garrapatas), aunque la transmisión directa también es posible, sobre todo por vía aérea, sin considerar que la infestación también es posible por contacto directo con personas o materiales que hayan estado en contacto con un conejo infectado.

El virus de la mixomatosis presenta una alta mutabilidad, y en su forma aguda progresa rápidamente y puede causar la muerte a los 7 días de la infección, y 48 horas tras la aparición de los primeros síntomas. Muchas veces los únicos signos que se observan son letargia, inflamación de los párpados (blefaritis), pérdida de apetito y fiebre, conservándose latente en cadáveres hasta 220 días tras la muerte del animal infectado.

Lo único en común con la neumonía hemorrágico vírica es su origen viral, puesto que en cuanto a sintomatología, edad de los animales afectados, etc. es radicalmente diferente.

¿Qué podemos hacer en nuestro coto para paliar la mixomatosis y la NHV?

Al menos frente a los virus de la mixomatosis y la NHV clásica, los conejos cuentan con un importante aliado: su alta tasa de renovación. Sus altas tasas de productividad hacen que el recambio de individuos sea prácticamente constante a lo largo del año, por lo que la probabilidad de que parte de esos conejos adquieran resistencia a las enfermedades es alta.

Sin embargo, y a pesar de todo, muchos cotos quedan prácticamente esquilmados tras el brote de ambas enfermedades, dado que, los pocos individuos resistentes se convierten en centro de los predadores, contribuyendo a su desaparición en determinadas áreas.

Desde el punto de vista de la gestión de los terrenos cinegéticos la mejor política es afrontar medidas encaminadas a mejorar la calidad del hábitat (disponibilidad de refugio y alimento, control de predadores oportunistas, sulfatado de madrigueras para reducir vectores etc.) para que, al menos, los individuos no infectados, o infectados sin sintomatología, puedan reproducirse en las mejores condiciones y trasmitir, así su autoinmunidad a la descendencia.

En ningún caso, recurrir a las translocaciones de animales de otras zonas lejanas para reforzar nuestras poblaciones, ya que podemos estar introduciendo cepas virales nuevas, no reconocibles por el sistema inmune de los conejos de nuestro coto.

Hay que tener especial cuidado con traer conejos de esas zonas «donde los conejos no se mueren porque están inmunizados», ya que aunque la mortandad en esas poblaciones es realmente menor, pueden ser portadores del virus con lo que podemos extender la enfermedad por nuestro coto o finca. Además, esos conejos son resistentes a las cepas virales con las que han estado en contacto desde su nacimiento, pudiendo no serlo a las variantes de nuestro coto, por lo que lo más probable es que mueran a los pocos días, efecto favorecido además, por el estrés del transporte.

Conejo enfermo de mixomatosis.
Conejo enfermo de mixomatosis. @Shutterstock

Intenta la auto-repoblación

Si este lagomorfo ha desaparecido en muchas zonas de nuestro coto, podemos intentar una auto-repoblación, con animales capturados en las inmediaciones, y previa estabulación en centros de cría instalados en el campo. Dos hembras y un macho, es suficiente para iniciar esta actuación, y aquí sí que podemos aplicar la vacunación de los ejemplares, tanto para mixomatosis como para las neumonías, de reproductores y gazapos.

En muchas ocasiones será necesario la construcción de nuevos majanos –es mejor sellar los antiguos si han desaparecido todos los conejos-, cerca de las zonas de alimentación y con suficiente refugio para salvaguardarse de los predadores. En este aspecto deberemos tener cuidado en no vacunar a los gazapos inmediatamente antes de la suelta, ya que el estrés del manejo y el provocado por su liberación en un terreno nuevo, puede alterar su sistema inmunitario y provocar reacciones a la vacuna no deseadas.

¿Y las vacunas son efectivas?

Las vacunas, ni han sido ni son eficaces para controlar la enfermedad. El motivo es muy sencillo, la gestión de las poblaciones salvajes nada tiene que ver con el manejo de animales domésticos. A los domésticos se los controla, atrapa y vacuna con facilidad. Esto es literalmente imposible con las animales salvajes, precisamente por eso, porque son salvajes. Capturar a toda la población es imposible, y su manejo tiene muchos más inconvenientes que ventajas. Por ello, cualquier gestión que vaya encaminada a vacunar a la población salvaje, está abocada al fracaso.

En todo caso, tal y como indicamos, se pueden vacunar a los ejemplares que se dedique a programas de reproducción, porque tenemos acceso sencillo a ellos cuando los vamos a introducir en los cercones de cría o realojo. Al menos nos aseguramos que los reproductores no van a morir, aunque la inmunidad adquirida por la vacuna no se trasmite a su descendencia.

En animales de granja, se ha demostrado que la vacuna es eficiente. En la actualidad los laboratorios Hipra, Ovejero y Fort Dodge comercializan vacunas inactivadas de NHV clásico. En Francia se comercializó la primera vacuna frente a la nueva variante, y recientemente –hace apenas unas semanas- el laboratorio Ovejero ha registrado una vacuna de similares características en España. Para tener acceso a estas vacunas, se necesita una autorización del Ministerio de Agricultura o las autoridades locales de salud animal.

Un cazador vacuna a un conejo.

¿Cómo detectar si nuestros conejos están enfermos?

A la hora de detectar si los conejos de nuestro coto presentan alguna sintomatología a las enfermedades descritas, debemos de tener presente las épocas de mayor virulencia; en el caso de la mixomatosis, finales de la primavera y verano, y en el caso de las neumonías, inicio de la primavera y principios del otoño. El calor y el frío afectan negativamente al virus. La no presencia de conejos muertos, no implica que no haya afectación puesto que como hemos visto, afecta principalmente a gazapos que mueren dentro de las madrigueras.

No obstante, si observamos conejos con los ojos hinchados o con comportamientos anormales (escasa reacción a nuestra presencia, apatía, delgadez, etc.) estaremos ante algún brote viral. Generalmente, las sospechas vendrán por la detección de una disminución de la actividad en las madrigueras y por el descenso en la observación de conejos, especialmente jóvenes, en sus áreas de ocupación.

¿Qué hacer en el caso de capturar un animal enfermo?

En el caso de capturar algún conejo con síntomas externos de alguna de las enfermedades (blefaritis, inflamación de la cabeza, diarrea, sangrado nasal o bucal, etc.) no debemos de preocuparnos por nuestra salud, pues estos virus que afectan a los conejos son inocuos para los humanos. No obstante debemos de tener en cuenta que nosotros o nuestros perros podemos ser vehículos de transporte de la enfermedad, favoreciendo su traslado a otras zonas del coto o incluso a áreas muy alejadas.

Es por ello que ante la aparición de algún conejo enfermo lo mejor es retirar el cadáver del animal, transportarlo en bolsa hermética e incinerarlo, o en su defecto, enterrarlo, pues debemos de tener en cuenta, también, que los posibles consumidores silvestres de la carroña, puede a su vez convertirse en vectores de las enfermedades que tenga el animal afectado.

¿Debemos notificar la detección de la enfermedad?

Desgraciadamente para nuestras poblaciones de conejos, estas enfermedades son muy comunes y no existe ningún protocolo de vigilancia establecido por las autoridades sanitarias, como sucede en el caso de otras afecciones de la fauna silvestre. No obstante, la aparición de animales enfermos tiene que ser notificada a los técnicos responsables de la gestión del coto para que sean ellos los que nos aconsejen sobre las actuaciones más oportunas.

Tampoco estaría de más ponerlo en conocimiento del Servicio Territorial de Caza, para que quede constancia de la presencia de estas enfermedades en la zona. Tengamos en cuenta que además de a los conejos silvestres, afecta también a las explotaciones industriales de cunicultura.