Por Carlos Díez y Carlos Sánchez (doctores en Veterinaria / Ciencia y Caza)

En general, nos encontramos con dos situaciones en las que deberíamos recurrir al uso de comederos. Primero, cuando no exista suficiente alimento natural para el jabalí, el ciervo o la perdiz, situación de muchos cotos en los que los pastos, grano, frutos y otros alimentos se agotan. Es algo que sucede en todo tipo de terrenos, tanto cerrados como abiertos, de caza mayor y menor –también mixtos– y en casi cualquier época del año, frecuentemente en invierno. En segundo lugar, cuando se produzcan períodos de grandes heladas, nevadas e inundaciones que puedan impedir el acceso a los alimentos naturales. Además, debido al cambio climático, cada vez son menos frecuentes los períodos de frío intenso pero no los de lluvias torrenciales e inundaciones que cada vez nos visitan más a menudo y sin avisar. 

Dicho esto, muchos cotos no necesitarán recurrir a comederos al no padecer las situaciones que hemos descrito. Y no minusvaloremos la capacidad que tienen las especies cinegéticas de adaptarse a períodos de escasez de ciertos alimentos, cambiando su dieta a lo largo del año. Es necesario contar con el asesoramiento de un gestor cinegético para tomar esta decisión correctamente. La estrategia variará mucho en función de las especies, del terreno, del período de carencia de alimento… y de nuestro presupuesto.

En cotos de caza menor 

En la gran mayoría de los cotos de caza menor los comederos son el ‘hermano pequeño’ de los bebederos y charcas, esenciales para sobrevivir cuando no hay suficiente agua superficial y cuando la humedad de los alimentos es mínima o inexistente. Si decidimos recurrir al uso de comederos colocaremos uno cada 25-30 hectáreas; si nuestra intención es ayudar a nuestros conejos, instalaremos alguno extra muy cerca de sus madrigueras.

El alimento que mejor se toma es el trigo, pero en todo caso debemos añadir mezclas de cereales y leguminosas; pensando en los orejudos, es fundamental añadir forraje. Si hay torcaces y palomas bravías en nuestro coto es muy probable que hagan acto de presencia. Los zorzales y becadas en cambio, que sepamos, no están en la lista de visitantes, pues su dieta va por otros derroteros. En cuanto a su ubicación, a poder ser, los colocaremos cerca de vegetación de bajo porte –arbustiva– antes que en lugares despejados que perdices, conejos, liebres y otras especies consideran inseguros.

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© JDG

¿Y en los cotos de mayor?

Cuando decidimos realizar un aporte alimentario en este tipo de terrenos nos encontramos con un amplio abanico de posibilidades, dado que podemos añadir grano, forraje, pienso y suplementos minerales, por lo general utilizando de una zona por coto o cuartel de caza para disponer dichos alimentos. Además, es fundamental que nuestros comederos destinados a la caza no sean utilizados por el ganado –y viceversa– para, de esta manera, evitar problemas de tipo sanitarios.

Hay que tener en cuenta que en el caso de la caza mayor la suplementación de alimento es clave para poder planificar la caza en muchos cotos. Sí, estamos ante un asunto controvertido sobre el que se han vertido ríos de tinta, tanto científica como periodística, pero seamos claros: tan cierto es que los comederos mal gestionados son un caldo de cultivo de enfermedades como que sin ellos, en muchos cotos, tanto abiertos como cerrados, sería casi imposible cazar muchas manchas o realizar esperas.

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Mitos y certezas sobre los comederos de caza

¿Es cierto que son un foco de transmisión de enfermedades?
En caza mayor se ha demostrado que comederos mal gestionados, especialmente los compartidos por ganado y caza mayor, son propensos a la transmisión de enfermedades. El problema existe, pero claro está que esto no puede generalizarse a todos los cotos y fincas, y la gran mayoría de los territorios cinegéticos realizan esfuerzos para que esto no suceda. 

¿Y qué pueden modificar el comportamiento de las especies?

Es evidente que los animales se familiarizan con los comederos y acuden a ellos con frecuencia, pero esto no siempre equivale con un cambio de comportamiento… salvo cuando toda la alimentación se basa en la suplementación. Por ejemplo, se piensa que para especies presa (perdiz, conejo, liebre…), pueden contribuir a que los animales tomen el alimento necesario más rápidamente y así poder emplear más tiempo en defenderse de posibles amenazas.  

¿Favorecen la depredación?
En España ningún estudio científico ha mostrado evidencias de que los depredadores hagan de las suyas en comederos y bebederos… aunque esto no significa que no suceda. 

¿En qué medida son utilizados por especies no cinegéticas?
Un estudio reciente ha demostrado que los comederos y bebederos para la caza menor en España son utilizados por un gran número de especies (más de 70 en un estudio realizado en Valladolid y Ciudad Real), lo cual demuestra que muchas otras especies podrían estar siendo beneficiadas. 

Para terminar: ¿qué dice la ciencia?
Desde algunos ámbitos científicos se aboga por prohibir o limitar su uso por las consecuencias negativas que pudiera tener sobre las especies a las que se dirigen y a las que… y al medio ambiente en su conjunto, con especial mención de las consecuencias sanitarias, como sucede en caza mayor. Antes que prohibir, quizás se deba apostar por un mejor uso. 

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