Comienza abril y la fiebre por el corzo estalla en nuestro país. Después de casi un año de espera, muchas comunidades autónomas abren ahora la temporada y las carreteras se llenan de cazadores que viajan hacia sus cotos en busca del corzo (Capreolus capreolus) de su vida. Muchos buscan un trofeo grueso, cuajado de perlas y robusto en la base. Otros se fijan más en la altura de las puntas más altas mientras los menos utilizan estos primeros días para quitar ejemplares con poco futuro antes que ningún otro.

Sin embargo, hay otra clase de corzos cuyo valor no se encuentra en su cuerna. Son aquellos animales que por lo peculiar de su capa, llaman la atención de todo cazador y amante del medio natural que se precie. Me refiero a corzos albinos, como el ejemplar de la foto superior. Imagínate que te llegas a cruzar con uno de estos por tu coto. Es ahí donde nace la pregunta: ¿lo cazarías?

Un corzo único

Mientras en determinadas zonas de España y sobretodo de Alemania, las poblaciones de corzo negro son relativamente comunes y sus avistamientos frecuentes, un corzo blanco es una de esas rarezas difíciles de ver. Como cazador, si cruzara mis pasos con uno de los primeros, no lo dudaría. Haría todo lo posible para darle caza de la forma más noble posible. Primero porque no son de una rareza extrema y segundo porque seguramente estaría alertado de su posible presencia al cazar en una determinada zona.

En cambio, ante un corzo blanco mi respuesta no es tan clara. No sabría cómo reaccionar frente a un animal así. Puedo entender que para un cazador coleccionista sea la oportunidad soñada. Una ocasión para poner el broche de oro a cualquier colección de corzos. Pero yo no soy ese perfil de cazador. No lo he sido nunca. Desde mi despacho digo hoy que disfrutaría de la estampa, intentaría grabarla con la cámara como fuera y guardaría ese momento para el resto de mi vida. Esto lo digo hoy. Quién sabe si algún día tengo la oportunidad de ver algo así en primera persona y la experiencia me despierta otro tipo de sentimientos.

Un corzo blanco estaría protegido en algunos países

Animales como el corzo blanco siempre han estado rodeados por un halo de misticismo y leyenda, al nivel de su espléndido pelaje. En algunos rincones del planeta su caza está terminantemente prohibida, siendo esta castigada con durísimas sanciones. En algunos estados americanos como Ilinois, Iowa o Wisconsin las multas por disparar sobre un ciervo blanco o albino van desde los 300 dólares hasta los 3.000.

El motivo de esta protección no es otro que la conservación de una variedad rara, que habita en esos bosques desde tiempo inmemorial y que se cuenta por decenas en esos lugares. Algunos de estos estados afirman que si las poblaciones de ciervos blancos se estabilizan en el futuro estarían abiertos a permitir su caza controlada. Sin embargo, en otros lugares como Canadá, son consideramos animales sagrados e intocables.

Albin, el alce noruego

En Noruega, por ejemplo, el alce albino bautizado como Albin era todo un símbolo. Para los habitantes de la localidad de Våler su aparición en 2006 supuso una oportunidad para poner al municipio en el mapa: todos los medios a nivel nacional y europeo querían llegar hasta allí para hablar con sus gentes y la región aprovechó el tirón mediático de Albin para crear un eslogan: «Espacio para todos». Todo un símbolo de diversidad y tolerancia.

El peculiar alce aparecía en cada batida de caza pero los cazadores locales levantaban el rifle en señal de respeto y jamás dispararon sobre él. Sin embargo, un cazador invitado de origen danés que desconocía la historia sí lo hizo. Ocurrió en 2011 y la indignación publica por el abatimiento fue palpable desde el primer instante. El pelaje de Albin se puede ver hoy en la pared exterior de una tienda de ultramarinos en la localidad de Svinndal, donde se le rinde homenaje.

corzo blanco