El cazador relata a Jaraysedal.es que cuando lo abatió no se apreciaba lo que, una vez extraídos los colmillos, lo ha convertido en un extraordinario trofeo.
25/1/2018 | Redacción JyS
El pasado mes de diciembre, el cazador Fran Campos se dispuso a hacer una espera como tantas y tantas tardes había hecho. Preparó todos los bártulos necesarios para sentarse hasta que se produjese el deseado encuentro -o no, porque la caza en abierto es así- y se trasladó hasta su coto de Zamora con la esperanza de descubrir quién pisaba día tras día aquel comedero.
El animal, astuto como siempre pues en ello le va la vida, tardó en aparecer. Y cuando lo hizo no las tenía todas consigo. El jabalí apareció receloso y solo entre las sombras que arrojaban las plantas bajo la escasa luna de aquella noche que tan sólo comenzaba a aparecer. Entonces Campos lo dejó cumplir y preparó su rifle Bergara del calibre .300 Winchester Magnum que cargó con munición Norma Plastic Point.
Se trataba de un macho de buen porte «aunque no era especialmente grande, pesaría unos 80 o 90 kilos», explica Campos. Nada hacía sospechar lo que después se descubriría. El cazador accionó el gatillo y de un certero disparo abatió al jabalí, que cayó desplomado al instante.
Cuando Campos fue a cobrarlo a simple vista no acertó a ver nada extraño en el buen trofeo del animal. Sin embargo, el taxidermista cuando sacó los colmillos para tratarlos y ponerlos en la tabla se sorprendió por el extraño crecimiento de uno de ellos.
Según cuenta el cazador a Jaraysedal.es, la explicación que le han dado es que probablemente se fracturara parcialmente el colmillo en una pelea y a partir de ahí creció de forma irregular. «Parece que hubiese crecido hacia atrás a través del hueso», explica Campos.
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