La Diputación de Álava ha establecido la posibilidad de que los cazadores puedan salir al monte a realizar batidas de jabalíes a pesar de los confinamientos perimetrales que se están desarrollando en la provincia. La orden fue publicada el pasado 11 de noviembre y los cazadores ya contaron, el pasado fin de semana, con los permisos especiales para poder salir de sus municipios y cazar jabalíes en Álava.

La Diputación argumenta su decisión en que trata de «evitar el riesgo de propagación de enfermedades animales» y «prevenir daños en las producciones agrícolas o ganaderas y evitar accidentes de tráfico», según recoge la cadena Ser provincial,

Según la Diputación, es «imperiosa» la realización de batidas de jabalí para reducir la sobrepoblación de este animal en Álava. «La no caza de la especie implica un aumento de la población en torno al 100% en una temporada», dice la sección de Caza y Pesca de la Diputación.

De este modo, la Diputación ha declarado la caza del jabalí una «actividad necesaria» dentro de las restricciones decretadas por Urkullu y establece un protocolo sanitario para los cazadores.

Cinco riesgos graves si se paraliza la caza

Las más de sesenta entidades representativas del medio rural que firmaron un escrito a mediados de octubre para solicitar al Gobierno que declarase la caza como actividad esencial avisaron de cinco riesgos asociados a la posible paralización de la caza, todos ellos avalados por numerosos estudios científicos. El primero de ellos se refiere a los riesgos críticos para la salud pública, la sanidad animal y la sanidad ambiental (tuberculosis, peste porcina africana-PPA, brucelosis, sarna, triquinosis, enfermedad de Crimea-Congo…). Esto sería especialmente grave en el caso de que la peste porcina africana llegase a España.

Asimismo, se registrarían severos perjuicios para la seguridad vial y ciudadana con un incremento de los accidentes de tráfico y posibles afecciones a la viabilidad de infraestructuras como las propias vías férreas.

También son previsibles cuantiosos daños en los cultivos y producciones ganaderas, ya que se multiplicarán las afecciones en las cosechas de cereales, leguminosas, pastos, etc., pero también en infraestructuras de riego y rurales, así como los ataques a las producciones ovinas y caprinas en extensivo.

Otro efecto previsible de la disminución de la actividad cinegética es la generación de desequilibrios ecosistémicos. En esta línea, el documento remitido a Pedro Sánchez pone de manifiesto que «la imposibilidad del control poblacional cinegético en el ecosistema agrosilvopastoral nacional supone un descontrol de la capacidad de carga del medio natural, con severas afecciones a especies sensibles, vulnerables o en peligro de extinción».

Por último, está el efecto directo sobre el mundo rural, con importantísimas pérdidas económicas y de empleo en zonas que, además, están en especial riesgo de abandono demográfico.