El pasado sábado, 13 de abril, Claudia García Villar, cazadora, decidió acudir a un coto de la provincia de Zamora con su pareja, Fran, también aficionado a la caza. Aunque este no era el plan inicial que ambos tenían para esa noche, todo pareció suceder para que ambos tuvieran la oportunidad de abatir un enorme ejemplar de jabalí que les costará olvidar.

Ambos habían salido de casa porque tenían una cena con amigos. Sin embargo, «un cambio de planes de última hora fue el detonante», como la misma cazadora ha denominado, para que, finalmente, se fueran de espera y a «aprovechar el sábado noche».

Tal y como la propia Claudia ha contado al equipo de Jara y Sedal, en esa madrugada entre el sábado y el domingo, 14 de abril, había «escasa luz debido a la poca luna que había».

Una jornada de caza improvisada

Fue entonces cuando decidieron sentarse a esperar, «con muchas ganas, pero con pocas esperanzas», ha confesado Claudia. «De hecho, nos llevamos a Bertín, mi teckel de nueve meses», afirma.

«La noche estaba buena, sin apenas aire», ha comenzado recordando. «Durante un buen rato no nos visitaban ni los mosquitos, pero al cabo de una hora nos empezaron a entrar cochinas, a las que no quería tirar porque muchas están preñadas, y algún que otro jabalí pequeño, a los que tampoco tiré, opté por dejarles crecer. Considero que la modalidad de espera te da la opción de decidir qué disparar y qué no. Tirar por tirar no vale», ha opinado.

Al cabo de un tiempo, a unos 50 metros de distancia pudieron observar «un gran bulto» que apareció «solo y sin hacer apenas ruido». «Se percató de nuestra presencia antes que nosotros de la suya y quiso emprender su huida. Encaré el rifle y no pude tirarle, tenía un gran tamaño, pero la altura de las hierbas y alguna encina de por medio dificultaban el tiro», ha narrado Claudia.

Un jabalí con una boca «terrible»

Pese a ello, encontró una «pequeña oportunidad» de ver mejor al animal y escuchó a su pareja referirse a la boca del jabalí como algo «terrible». «Eso fue lo que me hizo apretar el gatillo», ha confesado. «Tiré, corrió 15 o 20 metros y le dejamos de ver. Sabía que le había dado y que había caído, pero no dónde».

Tras ello, el pequeño Bertín empezó su labor de búsqueda, «llegando a una encina y a pocos metros de meterse en una colza». Ahí estaba el jabalí. «Confío mucho en mi .308, pero iba con el miedo de que aún estuviera vivo y pudiera embestirnos, no sería la primera vez que me llevo un susto», ha detallado.


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Al llegar, Claudia pudo comprobar que había sido un tiro certero y sintió «una alegría enorme». «No me creía ni yo lo que había conseguido abatir, un jabalí con un cuerpo exagerado de grande y una boca muy bonita», destacó sobre el ejemplar.

© C.G.V.

Claudia decidió pesarlo al día siguiente y la sorpresa fue aún mayor de lo que se esperaba. «Es el jabalí más grande que he visto y he conseguido abatir hasta la fecha. 135 kilos y, además, con una compañía inmejorable. Desde luego que las mejores cosas pasan cuando no lo planeas», ha concluido la cazadora.

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