Fernando Carrasco Pérez, un veterano cazador de 62 años residente en Barcelona, ha conseguido cazar un precioso corzo de ocho puntas. Él mismo ha relatado a Jara y Sedal su especial pasión por la caza mayor, la cual practica desde los 24 años. Si bien se considera «corcero» desde hace unos diez y a pesar de haber seguido varios años el rastro del duende del bosque incluso en Hungría, denomina a este animal como el corzo de su vida.

«Había ido a ir a hacer unas asomadas a unos ribazos y cuando volvía hacía el coche vi que algo se movía junto a una trufera vallada y esperé a que saliera del monte», relata el cazador sobre el rececho que protagonizó el pasado 21 de abril en su coto de Santorens (Huesca). Fernando identificó primero a una corza, pero sabía que el macho podía estar cerca. Se había desplazado a una zona de esas que a él le gustan: cerrada, de difícil acceso, donde no es fácil llegar y donde su instinto le decía que podía haber algún animal interesante.

Algo le decía que debía esperar y, tras unos minutos, apareció el macho en escena. «Cuando conseguí verlo bien me di cuenta de que era un animal raro», asegura. Fernando sostenía sus prismáticos incrédulo, había corroborado que estaba ante uno de esos machos viejos y raros que tanto tiempo llevaba buscando.

Un efectivo disparo y un cobro para recordar

Era hora de echarse al suelo, meter al animal en el visor y acariciar el gatillo de su Blaser R8 hasta que le sorprendiera el tiro. El estruendo de la detonación rompía el silencio del monte y el macho caída limpiamente sobre su sombra.

«Lo había conseguido. El problema vino para acceder a la trufera. Era un campo vallado como de unas 10 hectáreas. Nunca pensé que un corzo pudiera meterse allí. Tuve que coger varias piedras y colocarlas de manera que pudiera acceder al lugar sin dañar el vallado que el animal había sorteado sin esfuerzo alguno», cuenta el cazador sobre el arduo momento que vivió para cobrar el animal. Finalmente, y tras hacer lo mismo desde el interior del campo agrícola, consiguió sacar el corzo y procedió a fotografiarse con él.

Una imagen más del cazador junto al curioso corzo. © F. C.

Un animal que nadie había localizado

«No lo había visto curiosamente nadie porque en la zona donde lo abatí solo tenemos acceso tres cazadores y no sabíamos de su existencia», relata Carrasco sobre la localización de un animal que jamás habían visto por la zona.

Fernando asegura que es la primera vez que caza un corzo de estas características. «Había cazado algún animal importante, pero uno tan raro como este nunca». Tras celebrar el cobro del curioso corzo con sus compañeros de coto, regresó a casa con la certeza de haber disfrutado de uno de esos días que nunca se olvidan. «Suelo ir al coto entre semana. Tengo un negocio propio e intento cuadrarme para poder escaparme algún martes o miércoles. Aunque tengo como tres horas de coche y me levanto a las 4:30 horas de la mañana, es en esos momentos de silencio en el campo observando a estos animales cuando más disfruto», asegura.

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