Por Juan Arce

La caza de la perdiz roja (Alectoris rufa) es una de las más apasionantes de la especie. Todo un arte en forma de tradición en la que nuestro macho reclama a su hembra midiéndose con el campo alentado por la promesa de la reproducción. Aquí te damos cinco consejos de lo que no debes hacer para no arruinar la jornada cinegética y te mostramos uno de los mejores vídeos de YouTube sobre la modalidad.

1. Colocar el puesto sin tener cuenta la abundancia de alimento

Se trata de un error de principiante, ya que la presencia de alimento incide de manera directa en la territorialidad de los pares de perdices. Esto nos permite definir fácilmente el lugar del puesto, ya sea de mañana o tarde.

Si las perdices en las mañanas se tiran a los vallejos por ser más abundante la comida habrá que preparar el puesto mañanero en estos sitios más bajos; si por la tarde buscan los altos en sus campeos haremos allí los de tarde para facilitar el trabajo a nuestro reclamo.

2. No tener en cuenta la orientación del pulpitillo respecto a la posición del sol

Otro desacierto se debe al hecho de ser distintas las horas de fabricación del puesto y de su disfrute. Podemos caer en el olvido de la importancia que tiene la orientación del puesto y del pulpitillo con relación al sol, no valorando las consecuencias que ello tendrá en horas posteriores.

Consecuencias para nosotros por los reflejos que emitirá nuestra escopeta al incidir los rayos solares de plano en la ‘boquilla’ convirtiéndonos en un auténtico semáforo en el monte; y consecuencias también para el pájaro si olvidamos en días calurosos y soleados colocar unas ramas que le den sombra.

Cazador colocando el puesto de perdiz con reclmo. © JDG
Cazador colocando el puesto de perdiz con reclmo. © JDG

3. No conocer el arma que llevas contigo al puesto

Corremos así el riesgo de estropear el reclamo. Una regla general podría ser que si la escopeta concentra los tiros muchos debemos alejar el puesto para que un disaparo certero no deje la pieza como un colador; si abre más de la cuenta o es de un calibre pequeño, acercarlo para que no se vaya plomeada.

4. Sacar a los reclamos de perdices ya pasados de celo

El momento de pasar del terrero a la jaula de caza dependerá de si el perdigón es adulto o de primer celo. Por norma general, los reclamos con experiencia no se deberán sacar de sus jaulones de tierra con demasiada anticipación, puesto que corremos el grave riesgo de hacer que ‘se pasen de celo’ de forma que, cuando llega la época de caza, se muestran demasiados fuertes, lo que hará que las perdices no lleguen a entrar.

Los pollos de año sí que necesitan más tiempo en las jaulas de alambres: no sólo se deben encelar sino que antes han de acostumbrarse a su nuevo emplazamiento.

Reclamo de perdiz roja. © JDG
Reclamo de perdiz roja. © JDG

5. Cazar desacompasado con tu reclamo

Hablamos de una caza de dos, del perdigón que canta, lucha y atrae a sus congéneres y del cazador encargado de rematar la faena. No consiste tanto en el hecho de abatir la pieza como en disfrutar del trabajo de la perdiz en la jaula, del recibimiento, del darles tiempo a que entablen un combate singular.

El desenlace llegará en el momento justo. Si sólo piensas en tirar, sin respetar los tiempos y fases de tu reclamo, éste no entenderá la muerte de su contrincante como suya sino debida a un factor externo, lo que puede suponer el punto y final de su ‘carrera’ cinegética.

A continuación puedes disfrutar de un vídeo sobre la caza de perdices con reclamo para que veas en primera persona cómo se han de hacer las cosas para vivir jornadas inolvidables en pleno celo.

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