La historia de la caza es tan dilatada que nunca terminamos de descubrir por completo todas las modalidades que durante ese tiempo se han ido practicando en todo el mundo. En esta ocasión hablamos de una actividad aeronáutica que reinaba en los cielos de Getafe, en Madrid, y que se conoció como la caza de la avutarda con avioneta.

Dicha actividad consistía en valerse de una avioneta para perseguir al ave y conducirla a su voluntad. Esto se extendía hasta que, como consecuencia de su cansancio, el animal terminaba posándose en la tierra, en una zona elegida por el propio piloto.

Caza de la avutarda
El comandante Estéfani, el teniente Lecea y un alumno aviador con una avutarda. © Biblioteca Nacional de España

El origen de esta característica modalidad de caza se remonta hasta el año 1922. Entonces, el teniente José Rodríguez Díaz de Lecea, durante un vuelo de instrucción, se topó con un grupo de avutardas a las que persiguió. Acosando a estas aves llegaron hasta cerca de Toledo.

Así nació la caza de la avutarda

El General Echagüe tras cazar una avutarda con los alumnos de la escuela de aviación de Getafe. © museo.getafe.es

Poco más tarde, en otro vuelo junto al capitán de artillería José G. Estefani, decidieron salir en busca de otra bandada entre el cerro de La Cantueña de Parla y el de Las Brujas de Pinto.

Esta vez lograron separar a una de las avutardas y, tras tres cuartos de hora de persecución, aceleró hasta el límite de la velocidad de su vuelo.

El piloto tuvo que realizar arriesgadas maniobras para no perder al animal. Después de toda esta escena, una de las alas del aeroplano tocó una de las del ave, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera fatigada sobre un campo de labor. Allí aterrizó el piloto y la abatió de un disparo con su carabina.

Lecea con otra avutarda recién cobrada. © © museo.getafe.es

Lecea compartió incluso la práctica de la modalidad con María Bernaldo de Quirós, primera aviadora española.

Una gran repercusión mediática

Aunque es cierto que recibió una gran cantidad de críticas, también tuvo una amplia cobertura por parte de la prensa del momento. Es por ello que en la actualidad podemos conocer algo más acerca de esta modalidad, gracias a las crónicas, artículos o fotografías realizadas.

Incluso el presidente del consejo de ministros José Sánchez Guerra se dejó retratar entonces para la revista Mundo Gráfico «con una de las piezas cobradas en la cacería en que tomó parte en día 10 de noviembre de 1922, en Getafe».

D. José Sánchez Guerra en la cacería en la que tomó parte el 10 de noviembre de 1922 en Getafe. © Biblioteca Nacional de España

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Algunas de las referencias más relevantes a la caza de la avutarda se encuentran en el Museo Virtual de Getafe. Un ejemplo de ellas son dos artículos titulados «Cetrería moderna» y «La emocionante caza de la avutarda en avioneta».

Asimismo, Correos editó un sello dedicado a esta práctica. Este era un sello de cinco pesetas, dentro de una serie cinco, que sirvieron para conmemorar el ‘Cincuentenario de la Aviación Española’. Alcanzó una tirada de 3,5 millones de unidades y a su pie podía leerse «Caza de la avutarda».

Sello editado por Correos sobre la modalidad.

La caza de avutardas no pasó desapercibida para el gran Miguel Delibes, quien relata cómo se capturaban en ‘El libro de la caza menor’ (Editorial Destino, Barcelona 1973).

A día de hoy, si esta actividad hubiera continuado practicándose desde su nacimiento, sería centenaria. Sin embargo, esta parece que fue abandonada en los años 60. Posteriormente, en 1980, se prohibió la caza de la especie.